08 marzo 2010

DE CHILE, DE DULCE Y DE MANTECA


Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

Una de las cosas más interesantes y que llenan de satisfacción en la red, es que existe una comunicación, si bien virtual, no lejana ni extraña. La comunicación hoy es instantánea y sensacional, causa asombro diario a los que, como su servidor, somos de la generación que vio morir la imagen televisiva en blanco y negro y ver nacer en México, la tele a color, hoy algo muy normal para la juventud del siglo XXI y las pantallas planas de plasma. En la casa de mis padres donde crecí, había un enorme y no muy simétrico televisor de bulbos marca Zenith, al cual para encenderlo, luego de rogar hincado a mi mamá para me otorgara el permiso de ver las ya existentes sandeces de Televisa, en aquel tiempo, Telesistema Mexicano, había que esperar entre 5 y 10 minutos para que los bulbos calentaran y apareciera la imagen estática del canal que yo quería ver y que comenzaba al filo del medio día con el siempre bien recordado “Club del Hogar”, pero aquel de Francisco Fuentes “Madaleno” y Danielito Pérez Arcaráz, no el pervertido y sangrón programa de Paco Stanley que lo heredó a la muerte de este último. Para los chavos de hoy, resulta de otro planeta oír que no había más cinco o seis canales de TV y eso en la ciudad de México donde su servidor radicaba, los consabidos de la televisora de los Azcárraga, los de Televisión Independiente de México (TIM), de donde nació el Chavo del 8, entre otros, que luego se tragó Televisa; y el canal oficial de XHDF (Canal 13, hoy TV Azteca) el cual luego fue IMEVISION. Por supuesto el canal 11 del IPN y párale de contar. Por supuesto no teníamos control remoto y había que pararse del sillón o la poltrona para girar la enorme perilla que cambiaba de estación o de plano apagar el aparato cuando el capítulo 435 de “Simplemente María” ya nos había llegado hasta el copete. Todo eso sin contar los mil y un problemas que tenían los aparatos de aquel entonces: nieve en la imagen, los malditos verticales y horizontales que nos mareaban y deseperaban. La antena área o la de conejo, que nunca quedaban como las queríamos y a veces nosotros mismos servíamos de antena, haciendo suertes malabares para recibir la señal, pues como garzas eramos sorprendidos, haciendo equilibrio en un pie y con la antena en alto para bajar la señal. Tiempos ya idos, gracias a Dios.
Eran esas épocas en que aún escuchábamos como en un sueño la adorable radio. Me queda claro en la mente el momento después de llegar de la escuela corriendo, botar la mochila, robarse una manzana del refrigerador --no había Sabritas-- para alcanzar a oír, las aventuras de Kalimán y “el pequeño Solín” contra el diabólico Conde Bartok o las mujeres vampiro, con su sensacional entrada en la voz del narrador Isidro Olase: “KA-LI-MÁN, el hombre increíble, caballero con los hombres, galante con las mujeres, tierno con los niños, implacable con los malvados, ASÍ ES KALIMÁN EL HOMBRE INCREÍBLE” –y la música iba subiendo de tono, mientras nos arrellanábamos en nuestro sillón favorito para escuchar el capítulo diario y nos decían los nombres de loa actores y actrices, anunciando al héroe Kalimán, como el propio Kalimán, que claro, era el simpatiquísimo Eduardo Arozamena y curiosamente a Luis de Alba, como su inseparable Solín--; o Porfirio Cadena “el ojo de vidrio”; por supuesto “Chucho El Roto” o las estupendas sesiones de la Tremenda Corte con “Tres Patines”, el Señor Juez, el sufrido secretario, Rudecindo y Nana Nina, que felizmente reviven periódicamente para regocijo de sus admiradores de esos tiempos –fans dirían hoy los pomposos de la televisión comercial--.
Todo este rollo me llega a la mente porque acabo de ver por internet, el video original de un partido de fútbol que se celebró durante el Mundial de 1970 que se llevó a cabo en nuestro país. Cosa de magia, volví a revivir las emociones del que fue llamado "el partido del siglo", la semifinal entre Alemania e Italia, donde brillaron con luz propia jugadorazos como Gigi Riva “El Bambino de Oro”, Bonisegna, Gianni Rivera, Sandro Mazzola, Albertossi y otros de la escuadra azurri, o bien, Gerd Müller, Uwe Seller, Gurgen Grabowski o Sepp Maier, por los teutones, capitaneados por el genial Franz Beckenbauer. Ese sensacional encuentro que ganaron los latinos en tiempos extra al son de 4 goles a 3, lo vimos millones de afortunados hace la friolera de --¡Jesús!—40 años y hoy, con la magia del internet –que entonces ni se soñaba en las películas del Santo el enmascarado de plata--, la reviví y casi hasta dejé escapar una lágrima llena de nostalgia y emoción, pues recuerdo que fue en un moderno televisor Sony “Trinitron”, lo último de la moda tecnológica de 1970 y que costaba un triunfo y grandes batallas para traer de contrabando desde la Unión Americana a México, pues acá no se vendían esos aparatos, como hoy, que se hallan en cada esquina………….En segundo lugar, reconocer que la tecnología actual es algo fuera de mi sorprendida imaginación. Hace unos cuantos días me llegó el boletín de prensa del Ayuntamiento acaponetense el cual intitularon: “EN EL AYUNTAMIENTO APERTURAN EL PROYECTO TARDES DE CINE CON EL PRESIDENTE”, y de manera inmediata se soltaron las correcciones al encabezado, pues efectivamente, como opinaron algunos lectores, "aperturar" no existe como verbo en ningún diccionario que se precie de serio, menos en el de la Real Academia Española. Me sorprende digo, porque los reclamos y las correcciones llegaron, gracias a la moderna técnica actual, inmediatamente y no, como en la época de Kalimán y Trespatines, con la lentitud de la tortuga que era la constante en el correo postal. Hoy leemos y si nos gusta o no, si queremos hacer comentarios, críticas o sugerencias, se pulsan este o aquel botón y le llegan al destinatario en segundos. Cosa del diablo. Por ello el idioma está cambiando también a la misma velocidad, ya es muy común escuchar la palabra “aperturar” y si nos descuidamos, pronto se hará oficial, como bien comenta Rocío López en su comentario, y es que los idiomas los construyen los pueblos, para bien o para mal. Ahí está el caso de “haiga”, malísima conjugación del verbo haber, que se convierte en barbarismo, ya que debería ser “haya”, que sin embargo el grueso de la población ya usa de manera común; tarde o temprano, veremos en los diccionarios que “haiga” fue aceptado, simplemente por el uso y en este sentido, en ocasiones los viejitos de la Real Academia de la Lengua Española, pueden ser muy ortodoxos y dejar fuera palabras que ya merecieran estar dentro. Efectivamente el verbo chingar ya fue aceptado y resulta muy bello –así se me figura—ver en el diccionario de la RAE, la conjugación completa del verbo, en todas sus formas y tiempos. Tal vez y solo tal vez, la confusión de “aperturar” es que se confunde la etimología de la palabra con “aperire” que es el verbo “abrir” en latín, de ahí la palabra abril, mes en el que se abren las flores; aunque otra teoría dice que viene abril de “aprilis” tomado del griego “aphro” que es una reducción o “apócope” de Afrodita, aquella mítica diosa de la belleza y el amor, la cual entre otras cosas tenía la acepción de “primera juventud”, algo así como “abrirse a la vida”. Sin embargo, a pesar de que las lenguas las hacen los pueblos, debemos cuidar como el oro a nuestra rica y maravillosa lengua española, que está tan llena de secretos y cosas extraordinarias……… Se celebró una vez más el Día Internacional de la Mujer, como si todos los días no lo fueran. Continuando con las remembranzas de mi niñez, diré que me tocó la época en que las mujeres comenzaron a manejar los autos, que antes de eso eran exclusivos de la actividad masculina. Se hacía muy raro ver a una dama al volante y era de cosa de voltear a verlas como bichos raros. A pesar de ellos y de los años y circunstancias ocurridas desde entonces –hablo de los años 60 del siglo XX--, hoy es igual de raro –como antaño—ver una mujer manejando un taxi, por ejemplo o un autobús de pasajeros, de hecho nunca, en ninguno de los dos casos me ha tocado. Creo que hay más mujeres astronautas que taxistas y no sé por qué será. De cualquier manera un fuerte abrazo para los mujercitas adorables que tengo el gusto de conocer o de convivir con ellas, comenzando por mi esposa Cecilia……. Por cierto un fuerte abrazo a Abigaíl Villalobos Quintero, que mereció por sus logros en el campo de la cultura, la medalla “Emilia Ortiz”, hasta ahora solo obtenida por otra acaponetense, Consuelo Sáizar Guerrero. Enhorabuena…… Cuídense allá afuera amigos, hoy más que nunca.

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