Por: Blanca León Mayorquín
Ayer estuve en un lugar mágico, sorprendentemente hermoso y estuve ahí tan relajada y tranquila que quise venir por ti para que me acompañes. Verás, ven conmigo, con tus ojos cerrados, mira solo con tu imaginación.
Estás en un estanque de piedra que se ha formado por el agua que cae por uno de sus lados; siéntate ahí, en medio de la cascada: el agua, de un hermoso verde turquesa, si, se ve verde turquesa, un sabroso verde turquesa.
Siéntate ahí en el agua, sobre la roca, recargado en la pared de roca por donde se desliza incesante el agua fresca y verde.
¿La sientes? Estás en medio del agua al mismo tiempo que ella cae poco a poco por tu cabeza, fresca y cuando corre por tu cintura, sientes como se lleva el calor incómodo de tu cuerpo y tus tensiones.
Llega fresca el agua por tu cara, recorriendo tus mejillas y tu boca, dejándolas relajadas y suaves; sientes que tu piel se queda suave como de bebé en tu rostro relajado y fresco.
Mueves un poco tu cabeza y el agua sigue corriendo por tu cuello, ¿sientes como que se deshacen los nudos de tu nuca, lo rígido de tu mandíbula? ¡ahh! Relajados por fin, sintiendo que esa tensión se ha ido corriente abajo, a fundir con el mar, allá lejos.
Mueves tu cuello, que ahora es ligero sobre tus hombros que se han ido refrescando con esa verde y fresca agua de manantial, agua que baja por tus brazos y tu pecho, llevándose esa vieja opresión que había ahí por el dolor del cansancio de tus brazos y tu alma.
Vas quedando fresco, casi deseas dormirte, pero espera, vamos deslizándonos agua abajo con el estanque, con la suave corriente, ya pareces parte del manantial, tan ligero estás que te has unido a él sin darte cuenta, las ondas que eran tus dedos se proyectan en continuidad con el agua, tu pelo es una onda mas en torno a tu cabeza, esa zona luminosa que se desdibuja río abajo.
Ayer estuve en un lugar mágico, sorprendentemente hermoso y estuve ahí tan relajada y tranquila que quise venir por ti para que me acompañes. Verás, ven conmigo, con tus ojos cerrados, mira solo con tu imaginación.
Estás en un estanque de piedra que se ha formado por el agua que cae por uno de sus lados; siéntate ahí, en medio de la cascada: el agua, de un hermoso verde turquesa, si, se ve verde turquesa, un sabroso verde turquesa.
Siéntate ahí en el agua, sobre la roca, recargado en la pared de roca por donde se desliza incesante el agua fresca y verde.
¿La sientes? Estás en medio del agua al mismo tiempo que ella cae poco a poco por tu cabeza, fresca y cuando corre por tu cintura, sientes como se lleva el calor incómodo de tu cuerpo y tus tensiones.
Llega fresca el agua por tu cara, recorriendo tus mejillas y tu boca, dejándolas relajadas y suaves; sientes que tu piel se queda suave como de bebé en tu rostro relajado y fresco.
Mueves un poco tu cabeza y el agua sigue corriendo por tu cuello, ¿sientes como que se deshacen los nudos de tu nuca, lo rígido de tu mandíbula? ¡ahh! Relajados por fin, sintiendo que esa tensión se ha ido corriente abajo, a fundir con el mar, allá lejos.
Mueves tu cuello, que ahora es ligero sobre tus hombros que se han ido refrescando con esa verde y fresca agua de manantial, agua que baja por tus brazos y tu pecho, llevándose esa vieja opresión que había ahí por el dolor del cansancio de tus brazos y tu alma.
Vas quedando fresco, casi deseas dormirte, pero espera, vamos deslizándonos agua abajo con el estanque, con la suave corriente, ya pareces parte del manantial, tan ligero estás que te has unido a él sin darte cuenta, las ondas que eran tus dedos se proyectan en continuidad con el agua, tu pelo es una onda mas en torno a tu cabeza, esa zona luminosa que se desdibuja río abajo.
Tu cuerpo ondula en la superficie del lago, fresco, sano, azul verde, sano y relajado, feliz, ligero, no pesan tus piernas, todo tu cuerpo y tu espíritu están ligeros, te mueves con la brisa en un lente vaivén. Fresco y tranquilo, fresco y tranquilo, suave como el agua azul verde…sano y relajado, feliz.
Amigo, quédate ahí un ratito, luego vendré por ti y así, renovado como te sientes, invita luego a otro a que venga al que ahora es tu estanque. ¿Qué te parece? Disfrútalo, siéntelo, compártelo.
Grábate esto, y luego, en el momento apropiado, escúchalo o recuérdalo, y vuélvelo a vivir.
Amigo, quédate ahí un ratito, luego vendré por ti y así, renovado como te sientes, invita luego a otro a que venga al que ahora es tu estanque. ¿Qué te parece? Disfrútalo, siéntelo, compártelo.
Grábate esto, y luego, en el momento apropiado, escúchalo o recuérdalo, y vuélvelo a vivir.
Buen provecho, hasta otro día.
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