Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
El día de ayer, el Presidente Felipe Calderón Hinojosa, recordó los tristes hechos del terrible terremoto de 1985 en la Ciudad de México. En el salón Tesorería de Palacio Nacional, el titular del Ejecutivo manifestó:
"La tragedia del temblor de 1985, despertó el México que nos hace falta, el de la solidaridad, unidad y trabajo colectivo para superar los retos que ha enfrentado el país; pero también, del México que no se arredró ante la adversidad y encuentra el camino para salir adelante..." Yo pregunto al Sr. Calderón: ¿el México que nos hace falta? o ¿el que le hace falta a él? Que me perdone el Presidente, pero los mexicanos no hemos dejado de ser solidarios, ni nos falta unidad, menos trabajo colectivo y hacemos todo lo posible para enfrentar y superar los retos del país, como los llama Calderón. No nos hemos arredrado a pesar de que vemos las injusticias de la cual Ustedes son, en buena parte, culpables.
A su servidor le tocó vivir esos aciagos días del sismo del 85, incluso tuve perdido a mi señor padre por espacio de 12 horas y todos vimos como, en medio de la vorágine de ayuda y solidaridad que demostró el pueblo, el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado y el del Regente de la Ciudad Ramón Aguirre, entraron en un momento --de muchas horas--de pánico, inmovilidad e inutilidad. Hoy, el clima es similiar al que se vivió en el año 1985 en la ciudad de México, justo en las primeras horas del desastre, pues, cuando escuchamos balazos a las afueras de nuestros hogares y negocios, incluso a plena luz del sol y sabemos de la inutilidad de llamar a las autoridades, la impotencia y coraje que se nos viene encima, es igual a querer detener el terremoto con las puras manos y las oraciones a la Virgen de Guadalupe.
Hoy estamos igual de danmificados que en 1985, pues estamos inermes ante la criminalidad, la crisis económica que tiene en jaque nuestros bolsillos; el incierto futuro para los jóvenes, la terrible ineficiencia de la educación en manos de Elba Esther Gordillo, la temible y patológica corrupción, la desigualdad social y el riesgo que corre todos los días nuestro patrimonio y la propia vida. Penamos pues no tenemos la seguridad de llevar el bocado a las mesas familiares, mientras vemos el lujo de los poderosos que viajan en inutiles periplos por el mundo o simplemente saltan las ciudades en helicópteros o autos blindados, generadores de onerosos viáticos.
Yerra el Presidente Calderón al decir que hace falta un México de solidaridad, unidad y trabajo colectivo, pues todo eso lo tenemos, todos los mexicanos, menos ellos, los criminales que la autoridad acuacha y la prepotencia y privilegios de los poderosos, los influyentes, los "cacasgrandes" de siempre. Son Ustedes, los políticos señor Presidente, quienes no son solidarios, quienes se voltean cuando los más graves problemas del país golpean a los ciudadanos, los que demuestran negligencia cuando se trata de salir avante; los que se llevan el dinero para sus lujos, mansiones y amantes, despreciando a los millones de pobres que ya pueblan este nación que tienen ustedes en el lodo, no solo el que producen los deslaves o las inundaciones, sino los de la prepotencia, la ignorancia y la corrupción. Cómo se atreve a hablar de unidad de nuestra parte, cuando el Congreso, Usted y los carísimos partidos políticos, son como los perros y los gatos, siempre de la greña, o como el agua y el aceite, que no se pueden juntar. Privilegian todos, diputados, senadores, gobernadores, secretarios de estado y sus compinches líderes sindicales y capos del crimen organizado, sus cotos de poder, sus negras intenciones partidistas y su desgastante corrupción, como un atributo de poder. Yerra Usted Don Felipe, si alguien está desunido en este país, es la clase gobernante, rupestre y depredadora. En cuanto al trabajo colectivo, no hay que mucho que hablar, el mexicano trabaja con ganas y como premio recibe migajas, pues las grandes bolsas y sueldos son para los inútiles que llenan las curules en San Lázaro o el senado de la república o los congresos locales en las entidades del país. Son los recomendados, los parientes, los compadres y los que compromisos de campaña, los que se llevan los premios gordos en este México nuestro. El resto que le batalle como pueda y si no, que se largue al norte o se aviente a un río.
Calderón podra decir lo que quiera, pero ayer se equivocó y no lo vimos en la marcha rumbo al panteón a donde llevaron al joven padre de familia que fue acribillado en la colonia Mazatlancito de esta ciudad hace un par de días, ni nos calmó o dio un mensaje de aliento cuando impunes sicarios recorrieron el centro de la ciudad de Acaponeta, mostrándose poderosos --cual devastador terremoto-- echando bala al por mayor. Acá fue donde los comerciantes, los transeúntes y los vecinos se mostraron unidos, solidarios y temerosos ante los hechos que nos tienen con el Jesús en la boca. Todos los demás, arriba mencionados, bien gracias, planeando el próximo pleito electoral --que no proceso o elección--.
1 comentario:
Felicidades Ricardo, es realmente un artículo escrito en medio de la rebelión que causa la inconformidad ante las estúpidas palabrerias de FeCal; muy sentida protesta, que muchísimos mexicanos avalamos.
Me lo llevo a face, donde, hace tiempo no puedo acceder a tu muro. ¿ no me habrás bloqueado?
Gracias.
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