31 octubre 2009

RECORTES CRIMINALES A LAS UNIVERSIDADES

Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
La crisis ha sido el pretexto ideal para cometer crímenes casi perfectos como reducir de manera significativa los presupuestos de las instituciones educativas. Duele a la ciudadanía que le recorten como si de inútiles apéndices se tratara, los recursos a los Ayuntamientos, y duele digo, porque ahí se reduce la obra pública, fallan los servicios de luz, agua potable, limpia y drenaje. Ni hablar de las dificultades a las que se enfrenta un mandatario municipal para cubrir los gastos de operación que incluyen los sueldos de empleados que quizá ni lo merecen, las prerrogativas, prestaciones y las inicuas conquistas sindicales que desangran al más pintado. Entre otras muchas cosas que quedan pendiendo del delgado hilo de la desaparición total o la implementación de un urgente plan B, a veces sacado de la manga o la chistera.
Sin embargo, donde más duele, cuando más le es significativo a una sociedad este tipo de tajos es cuando tocan y trastocan los presupuestos para la educación, principalmente para la educación superior y sus dependencias de bachillerato e investigación. Se ha anunciado por parte de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) a través de una carta abierta al Presidente Calderón, a los secretarios Carsten de Hacienda y Lujambio de Educación, así como a la Cámara de Diputados, dando a conocer su posición respecto a los recursos federales que pretenden asignar a la educación superior en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal 2010. Ahí nos enteramos que en la mencionada propuesta hay un recorte canallesco, por decir lo menos, del 6.2% en términos reales, tan solo respecto al PIB, dice el documento, que entre otros firma el Maestro Omar Wicab Gutiérrez, rector de nuestra máxima casa de estudios en Nayarit y quien además es Presidente del Consejo Regional Centro-Occidente de la propia ANUIES, respecto al PIB, decía, el presupuesto para la educación superior disminuiría del 0.66 al 0.6 por ciento, más de medio punto porcentual, lo cual no es poco según los estándares internacionales que requiere la educación en una nación como México, que pretende acceder al tan ansiado primer mundo, ahora llamado de los países desarrollados o del grupo G “no sé cuántos”.
La reducción, nos dicen y es cierto, afecta el fondo de financiamiento para el apoyo a la ampliación de la matrícula, la consolidación institucional, el saneamiento financiero y el desarrollo de proyectos estratégicos e innovadores; dicho en cristiano, el desarrollo de nuestras universidades se verá en serio predicamento, pues algunas de ellas recibirían, de aprobarse lo anterior, tan solo migajas, en un decisión que no tiene pies ni cabeza, ya que los recortes no se dieron al parejo y hay un desequilibrio que no se explica, pues le quitan a unos para dárselo a otros; aquellos se elevan, lo de allá bajan e incluso desaparecen como en el caso de la Universidad de la Ciudad de México.
Hace algunos años había un spot en la radio y la televisión que decía: si la leche es poca, al niño le toca; así debiera ser con los presupuestos, si estos son magros, flacos o enjutos a la educación le tocan.
Nuestras escuelas seguirán padeciendo de un techo financiero que contemple los gastos de operación diarios, porque no todo es academia en los planteles, se tienen que hacer gastos como son escobas y trapeadores, botellas de cloro y desinfectantes, garrafones de agua, papelería, arreglos eléctricos, de plomería, de herrería, etc. Una escuela de educación media superior de aproximadamente mil estudiantes, como las que tenemos en nuestros pueblos, erogan bajito la mano mil cien pesos diarios; sin contar que son necesarios ventiladores, aires acondicionados, proyectores, computadoras, pantallas, pupitres, equipo de oficina, instalaciones sanitarias, transformadores, módems para internet y pare Usted amable radioescucha de contar, para llevar un mínimo de educación de calidad a nuestros hijos.
Siguen sin comprender nuestros gobernantes que las erogaciones educativas no son un gasto, sino una inversión.
No hace mucho en una plática entre docentes universitarios se comentaba acerca de un muchacho egresado de la universidad que solo había conseguido trabajo como agente de tránsito y algunos lo lamentaban. Sin demeritar ese oficio, hay que decir, que es probable que sin ese nivel de estudios, el chico no hubiera accedido a esa labor, y, no me queda duda, la visión de este ciudadano con estudios superiores es ahora mucho más amplia que cuando solo era un alumno más en las aulas. Tiene herramientas, experiencia, habilidades, competencias y conocimientos para hacer frente al mundo globalizado en que estamos inmersos.
Los recortes a las universidades y a la investigación científica, me habla de gobiernos que quieren tener ciudadanos agachones, condicionados y maleables, muy similares a aquellos de la novela “Un Mundo Feliz” de Aldous Huxley, mecanizados y fáciles de controlar con telenovelas y fútbol. La reducción de presupuestos para universidades, debiera tener un costo político muy alto, pero aún no llegamos a eso, ¿será que no estamos bien educados?

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