En un mundo donde todo se nos va en simulaciones, en engaños, verdades a medias, incapacidades y negligencias; en un municipio como el de Acaponeta, donde las alegrías en tiempos de crisis son pocas, es un gusto saber que existen personas que se dedican a hacer, como dice el Gobernador, la parte que les corresponde, que ofrecen resultados a la vista y un productos de calidad, no por la casualidad o por intervención de la Virgen de Guadalupe, sino porque se trabajó, se puso empeño y echó por delante el pecho, a pesar de todos los pesares. Tal es el caso de Don Ramón Benítez López, oriundo del municipio de Acaponeta, quien desde hace ya algunos años ha venido laborando en una de sus pasiones, el béisbol infantil. Este promotor deportivo, ha puesto su experiencia y su gusto por el deporte de los bates y las manillas, dejando en los niños, no solo el conocimiento y la destreza para lanzar o fildear a Doña Blanca, sino que les ha provocado el gusto por el triunfo, echando por tierra aquella mediocridad que decía que lo importante no era ganar sino competir, Don Ramón y sus pupilos, no solo compiten y lo hacen bien, sino que en cada ocasión regresan con la corona de campeón, como sucedió el pasado sábado cuando de nueva cuenta su equipo de chamaquitos se adjudicó el Campeonato Estatal, al vencer a su similar de Rosamorada al son de 6 carreras a tres.
Pero hay que insistir, no ha sido chiripada, brujería o intervención divina, lo que hizo a los Tigrillos, que es como se llama la novena, terminar como el mejor equipo de la liga infantil y llevarse antes de eso, varias Olimpiadas regionales y estatales, no, a Ramón Benítez López, se le ve desde antes de la salida del sol, arreglando el campito de pelota que a lo largo de los años se ganó por iniciativa propia en la Unidad Deportiva de esta ciudad acaponetense, regando a diario, podando en ocasiones, midiendo el espacio entre las bases, construyendo la lomita de las responsabilidades del pitcher o delimitando los jardines, día a día el manejador de los Tigrillos, ha ido sembrado las semillas de los grandes logros. Por las tardes, en ese campo, hoy maravilloso y muy cuidado, Don Ramón, con paciencia jobiana, entrena a los muchachos y los anima al triunfo, muy diferente al equipo de los mayores, Los Cachorros, que van hasta el momento de escribir estas líneas, algo así como dos triunfos y 12 derrotas.
Afortunadamente Don Ramón, sabe sortear los momentos en que no hay transporte para llevar a la chiquillada, o sacar de donde sea las credenciales que los acreditan como peloteritos en vías de convertirse en hombres triunfadores, alejados de los vicios, la violencia o la ociosidad. Don Ramón, no simula, trabaja y ofrece productos en forma de trofeos, niños triunfadores y seguros de sí mismos.
Desgraciadamente, cada diciembre, el Ayuntamiento en turno, y en este ya se dio el año pasado, precisamente sobre el campo de Don Ramón y sus niños, que son la cancha también de felices y orgullosos padres de familia, meten los juegos mecánicos que viniendo de fuera, llegan a hacer dinero, dejando la “Escuelita beisbolera de Ramón Benítez” en ruinas y no aportando nada para reparar el daño. Conmino desde este importante espacio de difusión a las autoridades a considerar los logros de Don Ramón y sus Tigrillos, que puedan más sus conquistas y laureles, que la ambición peregrina y efímera de meter unos pesos en las arcas municipales. Por lo pronto vaya una gran felicitación para esta organización deportiva por su nuevo triunfo. (PEPE MORALES)
Pero hay que insistir, no ha sido chiripada, brujería o intervención divina, lo que hizo a los Tigrillos, que es como se llama la novena, terminar como el mejor equipo de la liga infantil y llevarse antes de eso, varias Olimpiadas regionales y estatales, no, a Ramón Benítez López, se le ve desde antes de la salida del sol, arreglando el campito de pelota que a lo largo de los años se ganó por iniciativa propia en la Unidad Deportiva de esta ciudad acaponetense, regando a diario, podando en ocasiones, midiendo el espacio entre las bases, construyendo la lomita de las responsabilidades del pitcher o delimitando los jardines, día a día el manejador de los Tigrillos, ha ido sembrado las semillas de los grandes logros. Por las tardes, en ese campo, hoy maravilloso y muy cuidado, Don Ramón, con paciencia jobiana, entrena a los muchachos y los anima al triunfo, muy diferente al equipo de los mayores, Los Cachorros, que van hasta el momento de escribir estas líneas, algo así como dos triunfos y 12 derrotas.
Afortunadamente Don Ramón, sabe sortear los momentos en que no hay transporte para llevar a la chiquillada, o sacar de donde sea las credenciales que los acreditan como peloteritos en vías de convertirse en hombres triunfadores, alejados de los vicios, la violencia o la ociosidad. Don Ramón, no simula, trabaja y ofrece productos en forma de trofeos, niños triunfadores y seguros de sí mismos.
Desgraciadamente, cada diciembre, el Ayuntamiento en turno, y en este ya se dio el año pasado, precisamente sobre el campo de Don Ramón y sus niños, que son la cancha también de felices y orgullosos padres de familia, meten los juegos mecánicos que viniendo de fuera, llegan a hacer dinero, dejando la “Escuelita beisbolera de Ramón Benítez” en ruinas y no aportando nada para reparar el daño. Conmino desde este importante espacio de difusión a las autoridades a considerar los logros de Don Ramón y sus Tigrillos, que puedan más sus conquistas y laureles, que la ambición peregrina y efímera de meter unos pesos en las arcas municipales. Por lo pronto vaya una gran felicitación para esta organización deportiva por su nuevo triunfo. (PEPE MORALES)
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