Por: Juan Manuel Estarrón
El transporte público local de pasajeros, ya sin competencia, volvió por sus fueros en la región norteña con la apertura de la autopista Tepic-Villa Unión también llamada del Pacífico por donde transitan las líneas transportistas de primera clase sin tocar municipios importantes como Acaponeta, Rosamorada, Tuxpan y Santiago Ixcuintla.
Por lo tanto debemos resignarnos a viajar desde estos lugares de origen hacia y desde Tepic o Mazatlán en las mismas unidades que hace muchos años prestan este importante servicio sin los mínimos de seguridad y confort a que están obligados de acuerdo a los convenios de concesiones los cuales son violados por la mayoría de estas unidades.
Sin embargo jamás creímos empeorar cuando -por el contrario- estábamos tan seguros que con la nueva autopista tendríamos mejor comunicación tanto hacia el norte como al sur con la entrada de más líneas de autotransportes porque, por fin se abría el “cuello de botella” que estorbaba la fluidez para el movimiento de carga y pasaje.
Efectivamente ocurrió que desde mediados de octubre del 2007 la carretera federal 15 comenzó a descongestionarse un poco desde Villa Unión hasta el crucero de San Blas con la apertura de la moderna autopista no tan paralela, tampoco tan segura y sí muy cara como si fuera más que un freeway; también los oligopolios transportistas se permitieron meter dos que tres nuevas líneas de primera, sin embargo ni el gusto tenemos de ver pasar sus autobuses de última generación por los siete kilómetros que separan nuestros pueblos de la rúa más rápida.
Años atrás, allá por el 2000, entraron fuerte los autobuses llamados Transpacífico y su incursión local coincidió con la alternancia de un nuevo gobierno encabezado por el empresario Antonio Echevarría, hasta se especulaba que la nueva línea era de él o formaba parte de la empresa como accionista.
Total que aquellos modernos autobuses grises, también de última generación que contrastaban con los tradicionales “guajoloteros” como en un mundo al revés de aldeanas cenicientas en contra de una princesa, fueron ni más ni menos la envidia de los auto transportistas locales pero también el blanco de los peores ataques hacia una “empresa intrusa”, cuando las concesiones históricamente les pertenecían; también acusaban a Transpacífico de “competencia desleal” porque no conformes con tener las mejores unidades, encima cobraran la mitad del boleto para aclientelarse.
Aquél fue un corto lapso en que se vieron comprometidos y obligados a mejorar sus servicios: “manitas de gato” al parque vehicular, “cambio climático” en algunas unidades en lugar del vuelagreña para contrarrestar el calor y los humores más inverosímiles, comenzamos a conocer los aires acondicionados y por tantito quizá hasta edecanes.
Como por un milagro los socios más pudientes de Acaponeta y Tecuala comenzaron a sacar sus ahorritos para comprar unidades menos vetustas que desechaban las grandes líneas México-Tijuana para reemplazar a las de recorridos cortos y éstas las metían a ranchar; o sea que todos los usuarios estrenábamos algo mejor, la competencia no era para menos.
En la cuestión de operatividad se reflejaba más esa competitividad, diría más bien un encarnizado pleito por el pasaje y todos andaban a la greña; ya no eran aquellos viajes tortuosos de tres y media horas a Tepic o Mazatlán, u ocho a Guadalajara. Así surgía una línea poderosa en la vecina Tecuala, crecida al castigo pero con servicio sólo a la frontera norte y ciudades importantes intermedias.
Pero luego de esos siete años en que mejoraron un tanto los servicios, ya sin la competencia de la “primera clase” -que cuando menos nos tiraba en los cruceros- nuestros transportistas locales volvieron a las andadas; las historias más patéticas de actualidad es que no vemos cómo nos está beneficiando el TLCAN con la modernización del sistema carretero porque la mayoría de las veces necesitamos trasbordar en algún punto para deshacernos de esos camiones “guajoloteros” con sus conductores poco amables y con cara de pocos amigos.
Paralelamente a estas calamidades surgía un conflicto más entre los transportistas del norte del Estado con los del sur de Sinaloa imponiendo estos últimos sus condiciones; rosarenses y encuinapenses -verdaderas chatarras rodantes- pueden cubrir la ruta Mazatlán-Peñitas pero los locales segundones no pueden dar un paso hacia el norte de Acaponeta.
Así andan las cosas para los usuarios regulares del transporte público en ambos sentidos del país donde un viaje corto puede significar muchos inconvenientes, pero es preferible aguantarlos a encontrarnos con un retén oficial o “pirata” si se viaja en auto particular y si este le gusta a algún mañoso la cosa se pone más fea y peor la vaina si no hacemos alto total; al fin y al cabo ya nos acostumbramos a las regañadas de los operadores que saben de derechos humanos lo que yo entiendo de nano biotecnología.
Concluyendo pues, que a este paso de cangrejo el Tratado de Libre Comercio amenaza con concesionar todas las carreteras con la mala noticia también de que los tiburones del transporte desplazarán a los “charalillos” del principal mercado donde se sostienen muchas familias. Es que están matando a la gallina de los huevos de oro, pero además aunque ven la tormenta no se hincan.
Para comentarios, por favor a: jmanuel_estarron@hotmail.com/.
También puede leernos en: http://www.cainay.blogspot.com/.
El transporte público local de pasajeros, ya sin competencia, volvió por sus fueros en la región norteña con la apertura de la autopista Tepic-Villa Unión también llamada del Pacífico por donde transitan las líneas transportistas de primera clase sin tocar municipios importantes como Acaponeta, Rosamorada, Tuxpan y Santiago Ixcuintla.
Por lo tanto debemos resignarnos a viajar desde estos lugares de origen hacia y desde Tepic o Mazatlán en las mismas unidades que hace muchos años prestan este importante servicio sin los mínimos de seguridad y confort a que están obligados de acuerdo a los convenios de concesiones los cuales son violados por la mayoría de estas unidades.
Sin embargo jamás creímos empeorar cuando -por el contrario- estábamos tan seguros que con la nueva autopista tendríamos mejor comunicación tanto hacia el norte como al sur con la entrada de más líneas de autotransportes porque, por fin se abría el “cuello de botella” que estorbaba la fluidez para el movimiento de carga y pasaje.
Efectivamente ocurrió que desde mediados de octubre del 2007 la carretera federal 15 comenzó a descongestionarse un poco desde Villa Unión hasta el crucero de San Blas con la apertura de la moderna autopista no tan paralela, tampoco tan segura y sí muy cara como si fuera más que un freeway; también los oligopolios transportistas se permitieron meter dos que tres nuevas líneas de primera, sin embargo ni el gusto tenemos de ver pasar sus autobuses de última generación por los siete kilómetros que separan nuestros pueblos de la rúa más rápida.
Años atrás, allá por el 2000, entraron fuerte los autobuses llamados Transpacífico y su incursión local coincidió con la alternancia de un nuevo gobierno encabezado por el empresario Antonio Echevarría, hasta se especulaba que la nueva línea era de él o formaba parte de la empresa como accionista.
Total que aquellos modernos autobuses grises, también de última generación que contrastaban con los tradicionales “guajoloteros” como en un mundo al revés de aldeanas cenicientas en contra de una princesa, fueron ni más ni menos la envidia de los auto transportistas locales pero también el blanco de los peores ataques hacia una “empresa intrusa”, cuando las concesiones históricamente les pertenecían; también acusaban a Transpacífico de “competencia desleal” porque no conformes con tener las mejores unidades, encima cobraran la mitad del boleto para aclientelarse.
Aquél fue un corto lapso en que se vieron comprometidos y obligados a mejorar sus servicios: “manitas de gato” al parque vehicular, “cambio climático” en algunas unidades en lugar del vuelagreña para contrarrestar el calor y los humores más inverosímiles, comenzamos a conocer los aires acondicionados y por tantito quizá hasta edecanes.
Como por un milagro los socios más pudientes de Acaponeta y Tecuala comenzaron a sacar sus ahorritos para comprar unidades menos vetustas que desechaban las grandes líneas México-Tijuana para reemplazar a las de recorridos cortos y éstas las metían a ranchar; o sea que todos los usuarios estrenábamos algo mejor, la competencia no era para menos.
En la cuestión de operatividad se reflejaba más esa competitividad, diría más bien un encarnizado pleito por el pasaje y todos andaban a la greña; ya no eran aquellos viajes tortuosos de tres y media horas a Tepic o Mazatlán, u ocho a Guadalajara. Así surgía una línea poderosa en la vecina Tecuala, crecida al castigo pero con servicio sólo a la frontera norte y ciudades importantes intermedias.
Pero luego de esos siete años en que mejoraron un tanto los servicios, ya sin la competencia de la “primera clase” -que cuando menos nos tiraba en los cruceros- nuestros transportistas locales volvieron a las andadas; las historias más patéticas de actualidad es que no vemos cómo nos está beneficiando el TLCAN con la modernización del sistema carretero porque la mayoría de las veces necesitamos trasbordar en algún punto para deshacernos de esos camiones “guajoloteros” con sus conductores poco amables y con cara de pocos amigos.
Paralelamente a estas calamidades surgía un conflicto más entre los transportistas del norte del Estado con los del sur de Sinaloa imponiendo estos últimos sus condiciones; rosarenses y encuinapenses -verdaderas chatarras rodantes- pueden cubrir la ruta Mazatlán-Peñitas pero los locales segundones no pueden dar un paso hacia el norte de Acaponeta.
Así andan las cosas para los usuarios regulares del transporte público en ambos sentidos del país donde un viaje corto puede significar muchos inconvenientes, pero es preferible aguantarlos a encontrarnos con un retén oficial o “pirata” si se viaja en auto particular y si este le gusta a algún mañoso la cosa se pone más fea y peor la vaina si no hacemos alto total; al fin y al cabo ya nos acostumbramos a las regañadas de los operadores que saben de derechos humanos lo que yo entiendo de nano biotecnología.
Concluyendo pues, que a este paso de cangrejo el Tratado de Libre Comercio amenaza con concesionar todas las carreteras con la mala noticia también de que los tiburones del transporte desplazarán a los “charalillos” del principal mercado donde se sostienen muchas familias. Es que están matando a la gallina de los huevos de oro, pero además aunque ven la tormenta no se hincan.
Para comentarios, por favor a: jmanuel_estarron@hotmail.com/.
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PD: En este 1º de mayo un saludo para los trabajadores que sí luchan por mejorar sus condiciones de vida, especialmente a los del volante quienes mueven al mundo.
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