Por: Roberto Enrique Barrón León
México es un país pluricultural y no necesitamos que nadie nos lo diga, por todos lados de nuestro territorio existen vestigios de grandes culturas que poblaron nuestra nación mucho antes de la invasión y el mestizaje.
Nayarit no es un caso distinto, en nuestra entidad se localizan cuatro grupos étnicos mayoritarios; Coras, Huicholes, Tepehuanos y Mexicaneros, los verdaderos dueños de la tierra en la que estamos, aquellos que se resistieron con todas sus fuerzas a la evangelización y que poco a poco fueron desplazados hacia las sierras por constante crecimiento de la población mestiza.
Y es curioso cómo aquellos que una vez fueron señores en estos dominios hoy son tratados con desdén por los “civilizados”. Frases despectivas son las que se usan para describirlos y encima de todo, el Estado los trata como si poseyeran alguna deficiencia con programas y escuelas especiales, eso es discriminación y evasión de deberes, o será que no comprendo el paternalismo del Estado que al ver a su hijo no deseado, le compensa con dinero y trato “especial” con tal de no unirle con el resto de su familia y enfrentar las complicaciones que hacerlo conlleva,
Es una evasión que ha generado que la mayoría de los integrantes de la sociedad posean mentalidades que hoy entorpecen la formación de valores que una verdadera sociedad debe tener, segregando no solo aquellos que no comparten los bajo conceptos morales que hoy nos rigen, sino también a aquellos que no comparten nuestro estatus social, poder adquisitivo o calidad de vida.
Considero entonces que estamos en un error. Acá los invasores somos nosotros que llegamos y nos adueñamos de lo que no nos pertenecía, los incultos somos nosotros que apenas podemos con el español, cuando ellos además hablan su dialecto y en ocasiones dominan otras lenguas, aquí los mezquinos somos nosotros que juzgamos por la vestimenta y no hemos aprendido a convivir como comunidad y vivimos en el egoísmo de la autorrealización, aquí los falsos somos nosotros escondidos entre aspectos materiales para dar sentido a la vida, cuando allá el contacto con lo espiritual es más constante. Acá los dignos de burlas somos nosotros, que lejos de poder mantener una moral de manera constante, estamos parados en principios éticos que diariamente se contradicen.
Lo peor es que hemos logrado llevar nuestra mezquindad hasta ellos al grado de que ya no pueden escapar más de nuestra viciada concepción de sociedad, y poco a poco nuestra cultura comienza a corroer los principios de sus civilizaciones, mientras nos atrevemos a señalar que nuestro sistema social es mejor que el suyo, que al uno por uno demuestra ser un sistema de valores menos hipócrita que el nuestro.
Entendamos pues, que los que necesitamos esa “ayuda” realmente somos nosotros, que no podemos comprender el verdadero significado de valores como tolerancia, decencia, honestidad, compresión ni respeto a las libertades de otros, eso incluso cuando nuestro sistema social se jacta mantener éstos valores como pilares de la sociedad, para que así seamos consientes del daño que ocasionamos cada vez que nos atrevemos a señalar como incorrecto su sistema de valores, cuando nosotros ni siquiera somos capaces de definir los preceptos morales de la sociedad actual.
México es un país pluricultural y no necesitamos que nadie nos lo diga, por todos lados de nuestro territorio existen vestigios de grandes culturas que poblaron nuestra nación mucho antes de la invasión y el mestizaje.
Nayarit no es un caso distinto, en nuestra entidad se localizan cuatro grupos étnicos mayoritarios; Coras, Huicholes, Tepehuanos y Mexicaneros, los verdaderos dueños de la tierra en la que estamos, aquellos que se resistieron con todas sus fuerzas a la evangelización y que poco a poco fueron desplazados hacia las sierras por constante crecimiento de la población mestiza.
Y es curioso cómo aquellos que una vez fueron señores en estos dominios hoy son tratados con desdén por los “civilizados”. Frases despectivas son las que se usan para describirlos y encima de todo, el Estado los trata como si poseyeran alguna deficiencia con programas y escuelas especiales, eso es discriminación y evasión de deberes, o será que no comprendo el paternalismo del Estado que al ver a su hijo no deseado, le compensa con dinero y trato “especial” con tal de no unirle con el resto de su familia y enfrentar las complicaciones que hacerlo conlleva,
Es una evasión que ha generado que la mayoría de los integrantes de la sociedad posean mentalidades que hoy entorpecen la formación de valores que una verdadera sociedad debe tener, segregando no solo aquellos que no comparten los bajo conceptos morales que hoy nos rigen, sino también a aquellos que no comparten nuestro estatus social, poder adquisitivo o calidad de vida.
Considero entonces que estamos en un error. Acá los invasores somos nosotros que llegamos y nos adueñamos de lo que no nos pertenecía, los incultos somos nosotros que apenas podemos con el español, cuando ellos además hablan su dialecto y en ocasiones dominan otras lenguas, aquí los mezquinos somos nosotros que juzgamos por la vestimenta y no hemos aprendido a convivir como comunidad y vivimos en el egoísmo de la autorrealización, aquí los falsos somos nosotros escondidos entre aspectos materiales para dar sentido a la vida, cuando allá el contacto con lo espiritual es más constante. Acá los dignos de burlas somos nosotros, que lejos de poder mantener una moral de manera constante, estamos parados en principios éticos que diariamente se contradicen.
Lo peor es que hemos logrado llevar nuestra mezquindad hasta ellos al grado de que ya no pueden escapar más de nuestra viciada concepción de sociedad, y poco a poco nuestra cultura comienza a corroer los principios de sus civilizaciones, mientras nos atrevemos a señalar que nuestro sistema social es mejor que el suyo, que al uno por uno demuestra ser un sistema de valores menos hipócrita que el nuestro.
Entendamos pues, que los que necesitamos esa “ayuda” realmente somos nosotros, que no podemos comprender el verdadero significado de valores como tolerancia, decencia, honestidad, compresión ni respeto a las libertades de otros, eso incluso cuando nuestro sistema social se jacta mantener éstos valores como pilares de la sociedad, para que así seamos consientes del daño que ocasionamos cada vez que nos atrevemos a señalar como incorrecto su sistema de valores, cuando nosotros ni siquiera somos capaces de definir los preceptos morales de la sociedad actual.
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