En labores de limpieza, dentro de la presidencia municipal de Acaponeta, concretamente en el área contigua a los baños públicos, apareció entre múltiple material y equipo de la Dirección de Obras Públicas y otras dependencias, una vieja y pesadísima caja fuerte, de la cual se ignora todo. Ya ofrece obvias señas de que los años han pasado por ella y la antigua casona de la calle Morelos. Oxidada, marcada y sucia, la caja permanece cerrada conteniendo quién sabe qué secretos en su interior y es imposible saber la combinación de la misma. Por lo pronto no se sabe dónde quedará colocada y si intentarán abrirla a golpes de marro o cartuchos de dinamita, pues se nota que es de buena calidad y a prueba de tesoreros mañosos.
Nadie sabe, nadie supo y quizá en su interior hallen lo mismo relucientes lingotes de oro que vengan a salvar la economía municipal (Señores del SUTSEM, absténgase, no se valen aquí las "conquistas sindicales"), que antiguos papeles donde se indiquen añejas deudas que vengan a empeorar la situación; también documentos históricos invaluables, secretos municipales irredentos o que no se pueden redimir o hasta el cadaver de alguna dama incómoda. No vaya a ser como la caja de Pandora que al abrirla dejó escapar todos los males del mundo, entre ellos: la vejez, la enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la plaga, la tristeza, la pobreza, el crimen y uno que otro diputado federal. Mejor que la dejen cerrada y de manera romántica que cada quien imagine el interior de la caja y su enigmático contenido. Yo por lo pronto quiero pensar que ahí recalan los secretos más recónditos de los presidentes municipales que ya se adelantaron en el camino. (PEPE MORALES)
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