23 septiembre 2010

CELEBRACIÓN ¿DE QUÉ?





Por: Juan Manuel Estarrón

El Año de la Patria pasará como cualquier otro porque no hay ánimos para una celebración especial como lo ameritaban las fechas y los motivos en razón de que estos últimos se vinieron esfumando desde el diazordacismo con el aplastamiento del primer movimiento democrático de las juventudes que dio paso al desmantelamiento de la economía y todavía se insiste por el gobierno panpriista en liquidar de raíz con la venta de PEMEX, el último bastión de nuestro nacionalismo.
    Algo parecido ocurría en septiembre de 1910 por la celebración del primer centenario de la Independencia, pero la diferencia marcada era la insurrección maderista y los ánimos caldeados en un país eminentemente rural y empobrecido en espera de una chispa para el inicio del incendio que finalmente arrasó con más de un millón de revolucionarios y otros miles por daños “colaterales”.
    Pero a la distancia de cien años el horno está tibio como para cocer o chamuscar bollos descartando por completo una lucha armada para tirar a la nueva tiranía; las condiciones sociales de hoy no le envidian nada a aquellas, sólo que los instrumentos con que cuenta la nueva oligarquía les permite un mejor control de la clase trabajadora y del gobierno en turno.
     La estrategia que han venido empleando los gobiernos de la escoria ladrona es la oficialización de los programas sociales para contener los brotes de protestas, manifestaciones y esporádicos levantamientos guerrilleros que han terminado en baños de sangre; pero en términos generales este paternalismo populachero les dio buenos resultados porque al mismo tiempo que desarma cualquier inconformidad, también sirve como control electoral.
    Ya saben que cuando el perro ladra no es que sienta el paso de cabalgaduras sino más bien tiene una hambre condicionada al mendrugo arrojado de manera despectiva, pero que –aparte de la humillación- el multimillonario de las comunicaciones y secuaces que imponen los gobiernos saben que todo está bajo control porque aparte del control de todos los cuerpos de seguridad confían en la enajenación a través de sus medios virtuales que tampoco tenía el porfiriato.
     Ante este clima de sometimiento se observa que sus frases patrioteras no han levantado los ánimos en la población que se siente muy lejana y ajena a los hechos históricos y sus protagonistas, algunos verdaderos héroes pero otros no tanto; porque es una lástima que estudiantes de bachillerato no distingan los adalides que encabezaron la guerra de Independencia con aquellos de la Revolución Mexicana y de la Guerra de Reforma.
    Si la clase estudiada hace estos mazacotes qué esperar de quienes apenas medio leen y escriben sumados a los que todavía subyacen en las tinieblas del analfabetismo que representan el 7 %; sin embargo en descargo de los organizadores del Bicentenario dirán que no es necesario el título de patriota para sentir el fuego en el alma para estallar de alegría por doscientos años de “independencia”.
    El caso es que la apatía masiva se huele a kilómetros porque curiosamente quienes ensalzan las virtudes de los héroes buenos son los villanos del presente; ya veremos en el balcón de palacio a Felipe Calderón pronunciando el “Grito” muy a propósito para su arenga por su guerra contra los mañosos y aunque no pronuncie nombres ni apellidos el respetable público así interpretará el mensaje.
    Y seguramente después del 16 todo será utilería arrumbada, desechos de los miles de millones de pesos tirados en la fiesta nacional, dinero que hubiera llevado aunque sea un rato de felicidad a miles de náufragos que están dando “gritos de muerte y soledad” al paso devastador de los ríos sureños.
    Porque sigue pareciéndonos grotesco realizar homenajes fastuosos y sin sentido social o histórico cuando casi medio país enfrenta los embates destructivos de ríos desbordados y la otra mitad hundida en la más espantosa pobreza para salirnos enseguida que los fondos del FONDEN están agotados pero sí sobran para la exaltación mediática con historias contadas a contrapelo del gusto y necesidad oficial.
    Al menos para el 99 por ciento de los mexicanos no encontramos siquiera un motivo para festejar cuando el gobierno federal y su partido el PAN se oponen resueltamente a bajar el IVA de 16 a 15 % a propuesta de quienes hace un año estuvieron de acuerdo en ese aumento –los priistas- siempre y cuando sus anteriores aliados panistas no pactaran alianzas con el PRD en el estado de México.
    ¿Hay ánimos para celebrar después de aumentar el 1 % de IVA, 2 % al ISR, 10 % en promedio a las gasolinas y disel, 10 % al gas LP, 1 % sobre los depósitos bancarios mayores de 15 mil pesos tan sólo en 2010? Los 422 oligarcas más poderosos de México sí que tienen sobrados motivos para colgarse de las campanas porque nada de esto les afecta porque son huéspedes distinguidos del otro México que se construye con millones de “gritos de muerte y soledad” 
    La escoria ladrona nos encaminó 24 pasos al precipicio y ahora propone dar un pasito para atrás quitando 1 % al IVA; por eso no vale la pena desvelarse en un funeral más cuyo muerto fue velado por décadas y centurias cuando lo único que implora es que lo dejen descansar en paz; ese súper difunto se llama Bicentenario y significa muy poco para las legiones empobrecidas que mejor quisieran un techo, un camino, una escuelita de verse o una clínica; pero más que nada suspiran por un trabajo.

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