04 junio 2010

GÉNOVA VISTA DESDE LA VENTANA DE UN QUINTO PISO




NUEVAMENTE LA JOVEN ENTUSIASTA Y BRILLANTE ESTUDIANTE ACAPONETENSE, ROCÍO LÓPEZ MEDINA, NOS ENVÍA OTRA DE SUS GUSTADAS CRÓNICAS Y RELTORÍAS DESDE EUROPA, CONTINUANDO EN GÉNOVA, ITALIA.

He decidido tomar prestado el título para este escrito del poema de Bukowiki (El mundo visto desde la ventana de un tercer piso), sólo para comentar algunas impresiones en relación con mi escrito anterior.
En concreto cuando afirmaba no haber descubierto la magia que esta ciudad encierra, y que ahora puedo sospechar dónde radica, algunas veces soy muy lenta en descubrir algunas cosas, sin embargo ya lo escribió alguna vez Borges, “todo, desafortunadamente lo aprendemos con el paso del tiempo”.
Lo que he aprendido en estos días es que lo verdaderamente valioso de esta ciudad como de otras tantas es su gente, y les comentaré porqué:
El día 3 de junio, se celebra en todo Italia la fiesta de la República, es un acontecimiento que conmemora, la decisión del pueblo mediante referéndum para elegir su sistema de gobierno, imponiéndose la república a la monarquía. Para conmemorarlo, un desfile decora las vetustas calles de Génova, donde cada una de las regiones se representa con los trajes clásicos o históricos del lugar.
Como el área en la que me encuentro laborando está ubicada en un quinto piso, el observar el desfile por la ventana, me permitió imaginar que las personas, que me parecían pequeños bichos moviéndose, eran precisamente bichos moviéndose, y comencé a percatarme que observo muy poco a las personas, y por tanto conozco poco de ellas, incluso el porqué llamarlas personas.
A partir de ese día he observado con mayor calma y detenimiento, rostros, ojos, peinados, brazos, piernas, torsos, complexiones, movimientos, manifestaciones, actitudes, acciones y una infinita cantidad de elementos que en la calle, en el autobús, en el comedor universitario, en cualquier lugar cada día me regala.
Y no pude evitar evocar a Ana María Gutiérrez de Rentería, quien en una charla en el Santuario de Guadalupe, nos compartía a las catequistas de entonces, que una de sus pasiones era observar a las personas, le deleitaba ver como cada una era diferente a la otra y al mismo tiempo tan iguales. En aquel momento con 15 años encima, no entendía muy bien a qué se refería, en mi barrio solíamos llamar a este tipo de personas “tijereros”.
Y sonreí tras ese pensamiento, pues creo que es una actitud frecuente poder observarnos, ser tijereros, o lo que en términos psicológico-literarios se denomina “voyerismo” ver lo que el otro hace, cómo lo hace, cierto que el voyerismo tiende hacia un algún placer sexual, pero lo que me interesa subrayar es que se puede ser tijerero, voyerista u observador, sobre ‘n’ cantidad de cosas y hacer de esta actividad algo constructivo.
Por ejemplo hermosas poesías provienen de observar el mundo, grandes tratados de sociología, biología o historia, provienen de observar al otro como individuo o en conjunto, observándonos aprendemos, y aprendemos que también somos tiempo. Y si aprendemos a través del tiempo, entonces aprendemos de nosotros mismos.
Por ejemplo, ayer en el bus, una señora de 50 años aproximadamente, miraba sin parar a todos lados, con una cara de pocos amigos, se movía de asiento cada que alguien se acercaba a ella, me llamó la atención su desesperación y me puse a observar a mi alrededor, en ese camión convergen colores y olores que en conjunto desquiciarían hasta al más equilibrado emocional y físicamente; negros, marroquís, ecuatorianos, españoles, italianos y una acaponetilla, con sus formas, y esencias tan peculiares combinadas.
Todos tan iguales: brazos, piernas, cabeza, torso, tan comunes, pero al mismo tiempo tan dispares que bien podríamos, algunos, ser objeto de estudio de nuestro serio investigador Jaime Maussán: dentadura pronunciada, frente más amplia que la mandíbula, estatura desproporcionada con el rostro, brazos más largos que las piernas, y no hago referencia a ‘disfraces’ que algunos utilizamos porque entonces entraríamos al mundo de las maravillas de Alicia de nuestro genial Carroll.
La alusión al cuento no viene mal para nuestros fines, porque dentro de este devenir social, se entrecruzan infinidad de acciones por parte de cada uno de esos seres igual-diferentes, y ahí está la magia de esta y otras ciudades, incluso la nuestra, y ahí está la magia que tanto disfrutaba Ana María, y que hizo tan famosos a tantos poetas, sociólogos, biólogos y científicos.
Es muy repetida la idea de que es el hombre la medida de todas las cosas, o que son las personas quienes hacen y sostienen imperios, es en la interacción social donde están las respuestas pero también de donde emanan las preguntas, es en ese laboratorio que la calle nos ofrece donde el contraste de las teorías manifiestan su valor.
Ahora que he descubierto que en el observar a las personas se encierra la magia de esta ciudad, ahora que he aprendido que todo conocimiento tiene referencia a un corte particular de nuestra realidad, ahora que es más nítido el hecho de poder percatarme que todas las categorizaciones de las que se es posible en ciencias, intentan explicar a ese complejo bicho conocido como hombre, persona, individuo, en singular y; gente, población, sociedad en un sentido plural, y que es mediante todas las actitudes, sentimientos, emociones y acciones que en lo individual o colectivo realiza y las cuales impactan directamente no solo en el medio en el que vive sino en el mundo en general....
Me quedo más tranquila de estar aquí, y convencida que la magia de una ciudad está en el tipo de gente que la habita...pero esa, como decía la abuelita de un comercial, es otra historia…

Un abrazo grande…
Rocío del Carmen López Medina
Génova Italia, 04 de junio de 2010
DI.GI.TA
shio_777@hotmail.com

No hay comentarios: