26 junio 2010

RENEE MAGRITTE EN BELLAS ARTES


Por: Alma Vidal
Soñar sonriendo

El sol primaveral acalora espléndido las arterias del corazón de la Ciudad de México. La gente en avalancha cruza las calles convertidas en ruidosos cauces, rutas que se amenizan con los cláxones, vendedores, cilindreros y silbatos de agentes de tránsito. El tiempo nos secuestra con invisibles garras para llevarnos de cara hacia el destino. ¿Qué es el destino? ¿El destino es presente o es futuro? Debe ser el presente, pues lo inmediato constituye el hoy mientras bosqueja lo que será el pasado.

Pasado, presente y futuro avivan mis emociones y enfilan mis pasos. Voy al Palacio Nacional de Bellas Artes, camino llena de ilusión, dispuesta a ver la obra de René Magritte que se exhibe desde el mes de marzo y hasta el 11 de julio en las galerías de este museo. Uno de mis viejos sueños era estar cerca de la obra de este pintor belga que supo jugar con la mirada. En su obra, los objetos se anidan, llueven, vuelan, despiertan el asombro. Nuestro inconsciente sabe dialogar con las imágenes encantadas que flotan en el espacio infinito de sus telas. Este es el hechizo de Magritte, saber cómo infiltrarnos en calidoscopios donde el mundo se anima y se mueve a placer.
La fila es larga, familias enteras esperan entrar a este túnel de maravillas. Al recorrer cada una de las salas, disfruto la cercanía de los cuadros, percibo sus texturas, me encandila la luz que brota de un ojo, el intangible olor de tabaco que emanan las pipas… Me conquista mirar al pintor en la secuencia fotográfica en la que se reafirma su encanto. René es como su obra, un soñar sonriendo.

Esta exposición, es muestra de talentos. Pues se necesita tener una visión muy clara del gusto estético de los mexicanos. Los antiguos mexicanos nos heredaron un lenguaje surrealista, los mitos escritos en los códices que relatan su cosmovisión traspasa los muros de la realidad. De ahí el flujo de personas de todas las edades que acuden al palacio en día de asueto. Termino mi recorrido con ganas de volverlo a empezar… ¿por qué no? los museos no limitan, al contrario, invitan a seguir, seguir soñando.

Salgo feliz, iluminada, dando gracias a la vida por este regalo, que además fue gratuito, ya que los domingos por disposición oficial, no se cobra. ¡Viva México! De inmediato a comprar el catálogo para volver a paladear cada una de las imágenes, abrir con ellas los caminos de la recreación, hacerlas conversar con los ojos niños que entienden el lenguaje del surrealismo. Magritte para escribir, recrear y soñar despiertos, invocando las figuras que no se olvidan después de que aparecen como barcos fantasmas en el mar de la existencia.

México, D. F. mayo de 2010

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