Los dehareadores, proporcionan las 24 horas, oxígeno al agua para matar microorganismos
Lagunas de oxidación con los dehaereadores
En esta laguna se recogen los sólidos que brotan a la superficie y sirven de abono al campo.
Cárcamo de llegada de las aguas residuales.
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Ing. Manuel Salcedo Mora
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Ing. Manuel Salcedo Mora
Por: José Ricardo Morales Sánchez Hidalgo
Escuché en algún noticiero de televisión acerca del tratamiento de aguas negras que se dan en ya muchas ciudades y comunidades del país. Recordé que en Acaponeta, se había construido, no con éxito, una de estas plantas que tratan el agua residual, de tal forma que permiten que, al final del proceso, se obtenga un líquido, que si bien no es apto para consumo humano, si viene libre de contaminantes y puede ser vertido en los ríos, sin ocasionar daños ecológicos, o bien, ser usada para riego agrícola. Sin embargo, dado que esta planta durante años no funcionó, a los ojos del pueblo, fue otra de tantas obras que ejecutan los gobiernos, para dejarlas “funcionando a la mexicana”, es decir, simulando que sirven, aunque en realidad no valen un cacahuate, pero a alguien le dieron a ganar millones de pesos.
Recordé también que hace años visité la planta, cuando estaba en proceso de construcción durante el sexenio de Antonio Echevarría Domínguez y el trienio municipal del Prof. Enrique Jiménez López, la obra es impresionante y se nota que no costó 10 pesos. Al final, luego de las pomposas y llenas de jolgorio inauguraciones, se llega la realidad, la planta comenzó a registrar fugas de agua por las paredes de las gigantescas pilas, o albercas donde se recibe el agua del drenaje y un sinfín de problemas que durante meses, que se convirtieron en años, detuvieron la operación, que nunca arrancó, de la fastuosa planta de tratamiento. Años después, creo que ya en este gobierno estatal, se hizo otra reparación, pero con el mismo “éxito”. La planta no solo no funcionó, sino que los costosos aparatos llamados “dehareadores”, principiaron a echarse a perder; para no hacer el cuento largo, solo diré que aquello quedó olvidado, abandonado y en ruinas, a tal punto, que las lagunas se taponaron con los sólidos residuales y ocasionó que el agua se vertiera por todos lados, ocasionando un problema mayúsculo y el desagüe citadino siguiera cayendo en el Río Acaponeta, contaminándolo como había sucedido por años.
A pesar de todo lo anterior, el actual Presidente Municipal, Dr. Saulo Lora Aguilar, decidió sacar del atolladero a esa obra inútil y recuperar su función, sin tomar en cuenta lo le decían algunos “expertos” los cuales le expresaban que esas instalaciones no tenían remedio y que era más barato construir una nueva planta que arreglar esa que se encuentra en terrenos de San José de Gracia, pero a unos pasos de la comunidad de Sayulilla, y que, normalmente debiera estar dando servicio a las aguas negras de la cabecera municipal, Sayulilla y la propia localidad de San José. Ante esta perspectiva, Lora Aguilar no se amilanó y buscó el consejo de un servidor público de su propia administración, mismo que tenía experiencia en obras y actividades de tipo sanitario, como esa que se pretendía poner en servicio efectivo, se trata del Ing. Manuel Salcedo Mora, a quien fui a buscar para que me diera información sobre el estado de la planta, con buenas noticias, principalmente para la ecología de nuestro municipio y el río Acaponeta.
En compañía del Ing Salcedo Mora, llegué a la planta y me mostró su funcionamiento desde el momento que llega el agua negra a través de una tubería que, por bombeo alcanza la planta desde un cárcamo ubicado a un costado del bordo de contención del río, que a su vez, recibe por gravedad, aguas no tratadas que vienen de un segundo cárcamo localizado detrás del rastro municipal. Todo llega a otro contenedor o cárcamo a la planta que la distribuye a tres lagunas que llaman “celdas primarias”, que tienen la función de recibir los sólidos que vienen disueltos en aguas apestosas y de un color sucio y turbio. En las tres lagunas, este material se asienta en el fondo, pero por la acción del sol, durante el transcurso del día, ebullen los sólidos hacia la superficie formando una nata que es retirada de forma manual y pasa a ser abono; en este momento se separa también el jabón, que es el químico más común y de difícil eliminación. Esta agua libre ya de la mayor parte de los sólidos, pasa a dos grandes albercas o lagunas, una más amplia que la otra, donde se encuentran flotando 9 aparatos llamados “dehareadores”, ocho en funciones y otra en espera por si alguna tiene que entrar a mantenimiento, su labor es oxigenar el agua, que cuando llega a la planta lo hace totalmente sin este elemento, provocando el crecimiento de las bacterias; por ello, estos aparatos que Salcedo Mora, prácticamente encontró en ruinas, al producir oxígeno, mata los microorganismos. Estas máquinas que parecen lanchas de motor, pues el oxígeno lo producen moviendo el líquido por medio de unas propelas que giran las 24 horas del día en todas las condiciones climáticas, excepto en las tormentas eléctricas. Originalmente se construyó una sola laguna, pero los constantes derrames, hicieron que se colocara otra de forma paralela, donde el agua tiene ya otro color y consistencia que cuando arriba a la planta.
Un tercer paso, es que el agua, por debajo y por gravedad, se comunica a una alberca más, que tiene la característica de estar llena de piedras, mismas que filtran el líquido ya oxigenado, eliminando aun más, los pocos sólidos que todavía pudiera llevar.
Me dice el Ing. Manuel Salcedo, que esta planta tiene la capacidad suficiente para dar servicio a una población de 50 mil habitantes y recibe un promedio de 8 mil metros cúbicos de agua al día, tardando un total de 5 días en salir ya lista para ser vertida al río sin contaminantes.
Del filtro, el agua pasa a una estructura parecida a un laberinto al cual llaman “flocurador”, que atrapa los últimos sólidos disueltos y se le agrega cloro, el cual tienen en una caseta especial en dos formas, líquido, como hipoclorito de sodio al 13% o en gas cloro, contenido en tres grandes tanques. Finalmente el agua sale por medio de una tubería que cruza los campos de cultivo de Sayulilla de manera subterránea con rumbo al río donde es vertida ya como agua plenamente tratada y clorada.
Lo que es una lástima es que esta agua, no se utilice para riego agrícola, aunque me dice Salcedo Mora, que hay planes a futuro para ello, máxime que en esas tierras hay un canal precisamente para riego.
Recordé también que hace años visité la planta, cuando estaba en proceso de construcción durante el sexenio de Antonio Echevarría Domínguez y el trienio municipal del Prof. Enrique Jiménez López, la obra es impresionante y se nota que no costó 10 pesos. Al final, luego de las pomposas y llenas de jolgorio inauguraciones, se llega la realidad, la planta comenzó a registrar fugas de agua por las paredes de las gigantescas pilas, o albercas donde se recibe el agua del drenaje y un sinfín de problemas que durante meses, que se convirtieron en años, detuvieron la operación, que nunca arrancó, de la fastuosa planta de tratamiento. Años después, creo que ya en este gobierno estatal, se hizo otra reparación, pero con el mismo “éxito”. La planta no solo no funcionó, sino que los costosos aparatos llamados “dehareadores”, principiaron a echarse a perder; para no hacer el cuento largo, solo diré que aquello quedó olvidado, abandonado y en ruinas, a tal punto, que las lagunas se taponaron con los sólidos residuales y ocasionó que el agua se vertiera por todos lados, ocasionando un problema mayúsculo y el desagüe citadino siguiera cayendo en el Río Acaponeta, contaminándolo como había sucedido por años.
A pesar de todo lo anterior, el actual Presidente Municipal, Dr. Saulo Lora Aguilar, decidió sacar del atolladero a esa obra inútil y recuperar su función, sin tomar en cuenta lo le decían algunos “expertos” los cuales le expresaban que esas instalaciones no tenían remedio y que era más barato construir una nueva planta que arreglar esa que se encuentra en terrenos de San José de Gracia, pero a unos pasos de la comunidad de Sayulilla, y que, normalmente debiera estar dando servicio a las aguas negras de la cabecera municipal, Sayulilla y la propia localidad de San José. Ante esta perspectiva, Lora Aguilar no se amilanó y buscó el consejo de un servidor público de su propia administración, mismo que tenía experiencia en obras y actividades de tipo sanitario, como esa que se pretendía poner en servicio efectivo, se trata del Ing. Manuel Salcedo Mora, a quien fui a buscar para que me diera información sobre el estado de la planta, con buenas noticias, principalmente para la ecología de nuestro municipio y el río Acaponeta.
En compañía del Ing Salcedo Mora, llegué a la planta y me mostró su funcionamiento desde el momento que llega el agua negra a través de una tubería que, por bombeo alcanza la planta desde un cárcamo ubicado a un costado del bordo de contención del río, que a su vez, recibe por gravedad, aguas no tratadas que vienen de un segundo cárcamo localizado detrás del rastro municipal. Todo llega a otro contenedor o cárcamo a la planta que la distribuye a tres lagunas que llaman “celdas primarias”, que tienen la función de recibir los sólidos que vienen disueltos en aguas apestosas y de un color sucio y turbio. En las tres lagunas, este material se asienta en el fondo, pero por la acción del sol, durante el transcurso del día, ebullen los sólidos hacia la superficie formando una nata que es retirada de forma manual y pasa a ser abono; en este momento se separa también el jabón, que es el químico más común y de difícil eliminación. Esta agua libre ya de la mayor parte de los sólidos, pasa a dos grandes albercas o lagunas, una más amplia que la otra, donde se encuentran flotando 9 aparatos llamados “dehareadores”, ocho en funciones y otra en espera por si alguna tiene que entrar a mantenimiento, su labor es oxigenar el agua, que cuando llega a la planta lo hace totalmente sin este elemento, provocando el crecimiento de las bacterias; por ello, estos aparatos que Salcedo Mora, prácticamente encontró en ruinas, al producir oxígeno, mata los microorganismos. Estas máquinas que parecen lanchas de motor, pues el oxígeno lo producen moviendo el líquido por medio de unas propelas que giran las 24 horas del día en todas las condiciones climáticas, excepto en las tormentas eléctricas. Originalmente se construyó una sola laguna, pero los constantes derrames, hicieron que se colocara otra de forma paralela, donde el agua tiene ya otro color y consistencia que cuando arriba a la planta.
Un tercer paso, es que el agua, por debajo y por gravedad, se comunica a una alberca más, que tiene la característica de estar llena de piedras, mismas que filtran el líquido ya oxigenado, eliminando aun más, los pocos sólidos que todavía pudiera llevar.
Me dice el Ing. Manuel Salcedo, que esta planta tiene la capacidad suficiente para dar servicio a una población de 50 mil habitantes y recibe un promedio de 8 mil metros cúbicos de agua al día, tardando un total de 5 días en salir ya lista para ser vertida al río sin contaminantes.
Del filtro, el agua pasa a una estructura parecida a un laberinto al cual llaman “flocurador”, que atrapa los últimos sólidos disueltos y se le agrega cloro, el cual tienen en una caseta especial en dos formas, líquido, como hipoclorito de sodio al 13% o en gas cloro, contenido en tres grandes tanques. Finalmente el agua sale por medio de una tubería que cruza los campos de cultivo de Sayulilla de manera subterránea con rumbo al río donde es vertida ya como agua plenamente tratada y clorada.
Lo que es una lástima es que esta agua, no se utilice para riego agrícola, aunque me dice Salcedo Mora, que hay planes a futuro para ello, máxime que en esas tierras hay un canal precisamente para riego.
La visita a la planta, me llenó de gusto, pues finalmente compruebo que ya funciona y que que cuando se quiere se puede. Así como hemos criticado en ocasiones la labor del actual Ayuntamiento, no me pesa reconocer las acciones positivas y que ofrecen buenos resultados, como esta labor de Manuel Salcedo que ha dejado en funciones un planta que estaba en franco deterioro. Hay otras dependencias municipales, cuyos titulares, están como el Tío Lolo, viendo pasar el tiempo y fallando terriblemente en su encomienda; aún hay tiempo para sacar adelante el barco saulista y llevarlo a donde todos los acaponetenses deseamos, la senda del progreso y la honestidad.
2 comentarios:
estupenda nota...GRACIAS!!!
Magnífico reportaje Ricardo, Gracias.
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