25 julio 2010

EL ESPEJISMO ECONÓMICO NACIONAL


Por: Roberto Enrique Barrón León

Creo no ser el único mexicano que siente un poco de confusión, pero mucho coraje cuando cualquier economista se atreve a señalar que la economía de México se encuentra viento en popa. Y es que no hay declaración más absurda que pueda proclamarse cuando la calidad de vida del pueblo mexicano refleja pobreza, poca prosperidad y mala calidad de vida. Pues aunque el producto interno bruto del país comienza a recuperarse de la crisis mundial, debido sobre todo a exportaciones, los factores como el desempleo y un mercado interno mediocre siguen siendo características constantes en nuestro país.
Y es que es cierto, en México hay dinero y hay para hartarse, nuestro país considerado con solidez económica a nivel mundial, se ubica en el puesto de 15 de entre todos los países si se observa su PIB, según el Instituto Legatum de Londres. ¿Entonces qué sucede? Pues sencillo, México representa un país de enorme contraste económico, la buena economía de la que hablan los economistas allá afuera hace referencia a todo lo que se hace y deshase como país unido. El problema reside en cómo se encuentra distribuido todo éste dinero, en el qué pasa, si separamos por cabezas el dinero que México tiene, entonces nuestra posición se desplaza drásticamente hasta la posición 58.
El comercio de los bienes públicos se realiza mediante la privatización y ahora nadie puede hacer negocio porque no se tiene con qué hacerlo. Y mientras parece que la economía nacional remonta año tras año, el producto interno bruto por cabeza parece reducirse día a día. La moneda mexicana no sólo vale menos que hace algunos años, sino que cada día compra menos, a resultado de la tan común solución del gobierno mexicano, de dar incrementos a los impuestos a los impuestos a bienes nocivos, a la comida chatarra y a los artículos de lujo.
México acaba de ser partícipe del sexto incremento al impuesto a la gasolina y el diesel durante el presente año hace unos días. Y aunque no se indique directamente como un impuesto sobre los demás bienes, nuevamente terminará disparando el costo de la mayoría de artículos y servicios del mercado mexicano como consecuencia.
Este fenómeno representa la característica básica de la mundialización económica y las políticas nacionales de liberalización comercial y financieras, así como el retraimiento del estado. Puede que la globalización haya ayudado a algunos países y haya aumentado su PIB, representando una ilusión de un incremento total de bienes y servicios producidos, pero no ha ayudado en lo más mínimo a la población, ni siquiera en los países beneficiados. Tal como Joseph Stiglitz premio Nobel de economía en 2001 señala, “la globalización está creando países ricos con población pobre”
Los números que señalan el crecimiento económico del país, lejos de indicar la calidad de vida de sus habitantes, ha elevado la nómina de sus supermillonarios. Por si solo, Carlos Slim Helú, el hombre más rico del planeta según la revista Forbes acumula una fortuna de 67.8 mil millones de dólares y otros nueve multimillonarios mexicanos acumulan por si solos 72 mil millones de dólares, representando, ellos diez, el 8.6 por ciento del PIB, pero la mayoría de los habitantes de México aún dependen del salario mínimo que es por poco menor a $60.
México ha sido alcanzado por el efecto de la globalización y como muchos otros países del mundo se ha vuelto un país rico, poblado por pobres. Entonces, cuando un economista le diga que México está bien, enójese y enójese con todo su derecho, pues lo que se atreven a señalar es una versión maquillada de las estadísticas, estadísticas que cualquier economista y funcionario público muestran para reducir la creciente ola de insatisfacción del pueblo mexicano. Es cierto, la economía mexicana crece, pero no es correctamente distribuida, los impuestos crecen y con ellos crecen las dificultades de la población mexicana por conseguir una buena calidad de vida en base a un salario ínfimo.
¿Por qué no entonces los funcionarios públicos y gobierno dejan de preocuparse por cubrir la situación del país con cifras y frases que ya nadie cree y comienza a preocuparse por generar empleo y mejorar la calidad de vida?, ¿Por qué no incentivar el mercado interno en vez de entorpecerlo con aumentos de impuestos?, ¿Por que preocuparse por mostrar ante el mundo un país rico si la población que lo habita es claramente pobre? ¿No será que al momento de repartir el pastel, como a la mayoría la población mexicana al gobierno no le habrá tocado buena tajada?

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