20 julio 2010

MALESTAR POR EL USO INDEBIDO E ILEGAL DE LAS SILLAS DE LA CASA DE LA CULTURA



Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

Dos molestias son las que me hacen escribir, no sin enojo, esta reflexión. La primera y quizá la que más me llega, es que, los partidos y la gente de izquierda, que ayer eran los que se desgarraban las vestiduras, señalaban con dedo flamígero, llenaban las cárceles donde "no existían los presos políticos"; los que tenían incluso que huir al extranjero para salvar el pellejo; esos hombres y mujeres en eterna lucha contra un régimen al cual cual llamaban reaccionario, demagógico, antidemocrático, tramposo y corrupto, esos mismos partidos políticos que apenas hace unos años criticaban de manera furibunda, el abuso de los gobiernos establecidos, corruptos como atributo de poder porque usaban los recursos públicos para beneficiarse de manera personal o, en tiempos electorales, privilegiar las acciones y propuestas de sus candidatos y siglas partidistas; ellos, los que denostaron al PRI y le asignaron toda clase de calificativos, hoy, son exactamente la copia fiel --hasta fusilada diría yo-- del otrora partido aplanadora tricolor. Es una tristeza que la izquierda mexicana, en todo el país o en Nayarit, recoja, no lo bueno de todo instituto político, sino que vengan absorviendo lo malo y retardatario del que ayer era acérrimo enemigo --léase Partido Revolucionario Institucional-- y hoy es para ellos, al parecer, ejemplo a seguir. Hacían bien en ese entonces, hoy ya se equivocaron.
A todos nos dio coraje, la sinvergüenzada de Fidel Herrera, presumir abiertamente el apoyo a los candidatos del tricolor con toda la fuerza y recursos del Estado. Nuestro coraje tiene fundamento porque siendo simples cuidadanos sabemos que eso es ilegal, injusto, inicuo y desleal; lo peor es que se actúa con toda impunidad. A casi un mes de esos hechos vergonzosos, nadie ha sido castigado, el PRI ganó en Veracruz, Fidel Herrera como el whisky aquel, "tan campante" y los electores desilusionados. Por eso ya nadie le cree a los políticos.
Aquí en nuestra pequeña población de Acaponeta, también se "cuecen habas", pues los perredistas locales, están utilizando elementos públicos para favorecer a uno de los candidatos que le ven espolones para la pelea, Guadalupe Acosta Naranjo. En fotos, que una persona preocupada nos he enviado, se ven las sillas de la Casa de la Cultura "Alí Chumacero" en un acto de proselitismo político a favor de GANA, la opción perredista que busca la gubernatura de Nayarit para el 2011. En las fotos, que aquí publicamos vemos a la regidora Beatriz Mitre Ayala y a un señor de nombre Erik Higuera, quien al parecer es el coordinador nombrado por Acosta Naranjo para el municipio de Acaponeta, en una labor de proselitismo político, rodeados de niños a los cuales entregan dulces y juguetes para ganar --supongo yo-- el voto de sus padres; todos sentados en las sillas propiedad del Ayuntamiento y que se encuentran asignadas a la Casa de la Cultura "Alí Chumacero".
El segundo enojo es por el hecho de que esas mismas sillas, no las compró ayuntamiento alguno, menos Acosta Naranjo, la regidora Mitre o el Sr. Higuera, esas las puso el pueblo de su bolsa y peculio porque quiso y sabía que eran una necesidad en ese espacio común que es la Casa de la Cultura.
Allá por el año de 2003 ó 2004, los promotores de cultura, penábamos cuando se organizaba algún evento cultural, primero por el sonido y luego por las sillas. Lo del sonido lo remediábamos con el apoyo de buenos amigos, que tocaban en grupos o bandas musicales y accedían a proporcionarnos parte de su equipo y salíamos del apuro. Lo de las sillas era más complicado, sencillamente porque los únicos que tenían eran las cervecerías o compañías refresqueras, que no siempre las prestaban y las más de las veces, el mueble andaba en algún rancho, salón de fiestas o espacios particulares. Eramos vistos por ellos como una molesta plaga, cuando llegábamos con la "carota" a pedir el favor. Ante esto y platicando con Don Rodolfo Antonio Sáizar Quintero (q.e.p.d.) con quien en ese entonces trabajaba su servidor en El Eco de Nayarit, le propuse iniciar una campaña con el apoyo del trisemanario para solicitar al pueblo su cooperación para la compra de las sillas y donarlas a la Casa de la Cultura, no a Santos Díaz Mendoza, que era el alcalde en ese tiempo, no al cabildo, ni a los funcionarios públicos, tampoco al Director de Cultura que era el Prof. Braulio Altamirano Zamora, en ese entonces, que en paz descanse también, menos a los presidentes municipales que vinieron después, no, la donación era para el centro recreativo de todos: la Casa de la Cultura.
Don Toño, accedió con gusto y fue el primero en aportar sillas, sume unas cuantas yo mismo y comenzamos a publicar en las páginas de El Eco, la lista de los que se fueron sumando. Como en todo, el comienzo fue lento, pues a veces, llegaba alguien aportando una --todo fue de acuerdo a las posibilidades del interesado-- y en ocasiones, aportaban 10 de un jalón. En los archivos de El Eco de Nayarit, debe estar la lista de los aportadores que llegaban con su óbolo a depositarlo con la Profa. Consuelo Guerrero de Saízar, que al paso de los días se convirtió en la principal promotora de la campaña. Cayó de todo, el comerciante que sacrificando unos pesos de la venta del día, quería aportar; el promotor cultural, que sabiendo la necesidad también "apoquinó", los políticos que nunca pierden oportunidad de tomarse la foto; el altruista de siempre que nunca dice "no" cuando se le invita, los acaponetenses que radican fuera y siempre están al pendiente de las carencias de su pueblo, viejos, jóvenes, asociaciones y gente que simplemente quería colaborar sin ningún reconocimiento, pues si mal no recuerdo, hubo algunos que pusieron la cantidad fijada y pidieron permanecer en el anonimato. Finalmente se reunieron alrededor de 400 sillas con el dinero recaudado por todos los acaponetenses. No fue fácil y la campaña se prolongó por algunos meses. Ya que elegimos un modelo y empresa proveedora, que si no me equivoco fue de Guadalajara, el problema era la traída, pues el flete salía caro y no había dinero, pues hasta el último peso se utilizó al máximo para comprar el mayor número de asientos. Recurrí a Efraín Arellano Núñez, a la sazón diputado local y con gusto accedió a traer el mueble en uno de sus camiones que hacían viajes a México; la espera se prolongó unos días más, pues los camiones regresaban cargados y las sillas no cabían. Con alguno de los amigos de "El Gallo" o en uno de sus vehículos, no lo recuerdo bien, llegaron las sillas que descargaron directamente en la Casa de la Cultura. Luego, para que no fueran sacadas de su nuevo hogar, las mandamos rotular, aportación que hizo solidariamente Don Toño Sáizar, y ya listas las entregamos al recordado Santos Díaz Mendoza, haciéndole la aclaración de que las sillas las donaba el pueblo como condición de que nunca, NUNCA, salieran de la Casa de la Cultura o bien, que no se usaran para otros fines que no fuera la actividad cultural del municipio.
Después sucedió lo de siempre, las sillas comenzaron a viajar por todas partes, iba uno al DIF y ahí había una o dos; se asomaba uno al Auditorio Municipal y ahí estaban otras tres en un rincón; ya se dejaba ver otra en alguna oficina de la presidencia y así sucesivamente, francamente nos cansamos de pelear.
Estoy seguro que de las 400 sillas no quedan ni la mitad. Si se llevaron las bancas de la plaza para sus casas algunos funcionarios de la adminsitarción pasada, que se puede esparar de una simples sillas de plástico.
No es que la política no sea cultura, sin duda lo es; solo que hay que saber diferenciar, entre lo que es relativo al ordenamiento de la ciudad, vocablo que significa servicio social, cumplimiento de altos preceptos que buscan el bien común; ejemplar actividad que busca gobernar en beneficio de una comunidad; eso sí es cultura; pero me pesa decir que "grilla", morfema popular por política, que compara a los que se dedican a esto, con los insectos que emiten un ruido a veces enfadoso durante horas y que no deja más que una sensación de desolación.
El caso es que estas sillas hoy, las usa el PRD, concretamente Guadalupe Acosta Naranjo, Beatriz Mitre Ayala, Erik Higuera y seguramente otros más, para hacer "grilla" a costa del pueblo o de los bienes que son de él y no recuerdo haberlos visto a ellos "ponerse guapos" en la campaña de las sillas (estoy seguro que no porque no hayan querido, quizá ni estaban aquí, nunca se enteraron o simplemente no pudieron o quisieron, porque no era a fuerza tampoco).
Lo que que más "me puede" --como dicen en los ranchos-- es que los partidos políticos, "agarran" millonadas que alegremente les regala el IFE, precisamente para hacer grilla, dinero que proviene de los impuestos de todos nosotros, dinero que sirve para comprar --entre otras cosas-- sillas para sus campañas o fiestas de proselitismo y que, aun así tomen las que son propiedad de sus futuros y potenciales electores.
Que maravilla sería, Sr. Acosta Naranjo, amiga Betty, señor Higuera, que dijeran: "Vamos a comprar 400 sillas --o el número que sea-- para utilizarlas en la campaña, después de eso, ganemos o perdamos, las vamos a donar a la Casa de la Cultura de Acaponeta, porque hacen falta". No le hace que llevaran el nombre o la foto de Guadalupe Acosta, el logo del partido o las siglas GANA, eso mis amigos, sería política y no grilla. Me reitero su amigo, pero no la chiflen que es cantada.

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