04 abril 2010

ACAPONETA, CIUDAD DE LAS GARDENIAS


Por: Elías Luis Chan Castañeda
La Gardenia es de la familia de las Rubiáceas; de especie Jazminoides; su origen es oriental o de África tropical. Ya por 1750 se conocían algunas de las especies muy apreciadas aún hoy en día, originarias de China. La Gardenia, se da en un arbusto semprevirente que puede llegar a medir hasta dos metros de altura y es muy ramificado. Sus hojas opuestas de forma lanceolada u oblongadas de color verde oscuro y brillo impresionante, puede llegar a medir de 5 a 10 cm. Su flor en el cáliz presenta cinco dientes característicos. Las flores son multipétalas, extendidas, de color blanco y a veces pueden llegar a los 6 ó 10 cm de diámetro; lo más destacable de ellas es su aroma. Los botones florales son terminales en el nuevo crecimiento.
Esta semana tuve la agradable sorpresa de encontrar a mi paso por el mercado a una amable mujer que vendía ramitos de gardenia; lo primero que pensé fue en Madrid y recordé el cuplé que cántara Sarita Montiel:

"…como aves precursoras de primavera,
en Madrid aparece, la violetera,
que pregonando parece golondrina
que va piando, que va piando..."

Aquí, no eran violetas, eran gardenias; ¡y, qué gardenias!, preciosas; lo primero que pensé, fue hacer una entrevista con tan hermosa mujer que cargaba a la cadera un canasto como de 60 cms de diámetro, lleno de gardenias, podrá imaginar usted el aroma… y de inmediato pensé en lo que escribiera Néstor Chávez –Cronista de la ciudad-- sobre la Acaponeta ciudad de las Gardenias.

Escribe Néstor:

“Allá por el año de 1909, se vino la novedad del ferrocarril…, luego vino la estación y luego la locomotora. Todo Acaponeta se vació allá por la novedad, se hizo una gran fiesta de inauguración con madrinas y todo, no faltando las muy olorosas gardenias”.

Y continua…
“Como los viajeros que pasaban en ferrocarril ya no eran locales, sino de muchos lugares del país, y aún más extranjeros, los vendedores también cambiaron la presentación de sus productos, y aumentaron sus negocios en diversos ramos. Una de las modalidades que surgieron a raíz del citado cambio fue que, muchas mujeres empezaron a ofrecer a los viajeros del tren…¡canastitas de gardenias! Esta curiosidad gustó mucho a los viajeros que las procuraban con insistencia cada vez que pasaban, y fueron ellos los viajeros los que cada vez que se referían a este lugar lo citaban como ‘La Ciudad de las Gardenias’ a causa de aquellas hermosas y olorosas canastitas características y únicas del lugar, que desgraciadamente fueron quedando en el olvido con el paso de los años”…

Sara Gámez Castañeda, una mujer de San Dieguito de Abajo, es la dama que me llenó de dicha el día, no sólo por su trato y su presencia, sino porque me llenó de pronto la cabeza de recuerdos y vinieron a mi mente, lecturas, canciones, aromas, amores… esta señora con tres hijos y su esposo, la familia completa; tiene un jardín con 40 plantas de gardenia. Ella se asesora con el Ing. Agrónomo Leonilo Huitrón Garza, quien tiene un negocio de fertilizantes e insecticidas por la calle Hidalgo aquí en Acaponeta; además de los consejos de su madre y de su abuela que también cultivan las plantas.
Cuenta Doña Sara que su madre y su abuela le enseñaron el cultivo de la gardenia y ahora con la asesoría del Ingeniero Huitrón y su hijo que estudia la preparatoria en el CBTA 182 de Acaponeta, quien le ayuda a fabricar composta y abonos naturales (orgánicos) para las plantas de gardenia, han logrado que estas florezcan (y de qué manera), tiene esta cosecha que vende hoy y tiene botón para cuatro cosechas más. Ella me comenta que desearía pertenecer a un grupo ecologista y de reforestación, pero que, por ahora la necesidad de sostener los estudios de sus tres hijos: dos mujeres (que a veces también vienen a vender gardenias) y un hombre, no le permiten por ahora, pero que pronto estará lista para buscar la manera de integrarse a una sociedad, fundación o lo que sea, que se dedique a la ecología y la reforestación.

Es muy importante que apoyemos a esta gran mujer que lucha no solo por mantener la ecología y la forestación, sino que también, preserva y conserva una tradición que parecía perdida, pero
vemos que en el marasmo que la vida nos lleva con la prisa por hacer más y buscar beneficios para nuestros satisfactores, olvidamos la tradición y dejamos que nuestra identidad se pierda, como hemos perdido también los valores y nos dejamos llevar por la vorágine de nuestro tiempo.
Las gardenias, han sido fuente de inspiración para: poetas, compositores de música, enamorados. Para muestra recordaré la entrada de la canción de Rafael Hernández que tanto nos gusta a los acaponetenses:
Perfume de gardenia tiene tu boca,
bellísimos destellos de luz en tu mirar.
Tu risa es una rima de alegres notas,
se mueven tus cabellos cuál ondas en el mar.

Esto me lleva a recordar una gran amiga que ya no está entre nosotros y que una vez me escribió estas letras:

“La gardenia es mi flor favorita. Amo ese delicioso aroma que es único de tales flores y que es como música que entra por la nariz. Yo sé por qué me gustan las gardenias. Son las flores que asocio con mi niñez y con la seguridad que me ofrecía mi padre en sus regresos a casa.
Mi papá viajaba mucho. Solía ausentarse por semanas, nosotros vivíamos en… y él viajaba al norte, a Nayarit, a Sinaloa... y cuando volvía siempre compraba dos canastitas, que hacían las veces de maceta para las gardenias que nos traía, como obsequio a las dos mujeres de la casa: mi mamá y yo. Mi papá llegaba siempre de madrugada, cuando yo dormía, y colocaba la ofrenda en el buró, para que cuando yo despertara supiera que él ya estaba ahí.
Así que las gardenias son la señal de la buena nueva, señal de que mi padre había regresado sano y salvo y que podríamos ir a… o al parque… a jugar y a rodar por las pendientes y a comer helados y chicharrones.
Hace poco compré una gardenia y se marchitó. Se la comió una plaga de bichitos que no pude detener. Creo que la buena nueva tardará en llegar. Mientras tanto me quedan los efímeros ramitos de cinco pesos, para recordar ese pedacito de mi niñez.
Cuando sea mi cumpleaños regálenme gardenias. Harán feliz a un mujer enamorada."

Cuando pasees por el Mercado "Corona" de Acaponeta, busca a Doña Sara Gámez Castañeda y cómprale un ramito de gardenias, te aseguro que te sentirás feliz y si la regalas, doblemente feliz. Esta mujer que cultiva gardenias tiene una abuela que tiene un arbusto de más de dos metros de alto en su jardín; dice Doña Sara que desde siempre ella, su abuela, a cultivado las gardenias en San Dieguito; esto nos demuestra y comprueba que la tradición de las gardenias en Acaponeta no es un mito, es una realidad que al parecer se hace presente con este rescate.
Es probable que la Sra. Sara cultive gardenias "Aime Yashioka" que da unas flores de 10 a 20.5 cms. por la primavera; o tal vez “August Beauty" de igual tamaño que la anterior pero con arbustos de hasta 1.83 de alto; o tal vez sea la "Belmot" que se produce en toda estación; es muy grande la variedad de gardenias que existe en el mundo, pero esto será motivo de una investigación y búsqueda de la forma de apoyar a esta familia para que con un proyecto, logre reproducir, preservar y conservar una tradición que creíamos extinta.

Pero si un atardecer
las gardenias de mi amor se mueren
es porque han adivinado
que tu amor se ha marchitado
porque existe otro querer.

Dos gardenias para ti…

1 comentario:

Blanca dijo...

Me encantó tu artículo Elias, felicidades.