10 diciembre 2009

¡¡BIENVENIDOS PAISANOS!!


Por: Pepe Morales

El día martes tuve que ir de entrada por salida a la ciudad capital de Tepic y por el camino notamos un incremento de autos que, como todos los años, se ven cargados de todo tipo de cosas, lo que sin temor a equivocarnos, nos lleva a concluir que son los amigos paisanos que regresan del norte a pasar las fiestas navideñas entre nosotros que los esperamos con gusto. Mexicanos que tuvieron la desgracia de dejar familia, tierra y amigos, para buscar mejores condiciones laborales y elevar en consecuencia la calidad de vida.
Verdaderas aventuras viven nuestros amigos al intentar pasar la línea divisoria que separa un país apabullado económicamente y otro, que si bien vive severa crisis, tiene aún más espacios de desarrollo que este México Lindo y Querido, al cual ahora regresan, cargados de regalos, esperanzas y un montón de anécdotas que contar en las alegres posadas, las ineludibles reuniones con los amigos, la navidad, la fiesta de año nuevo y, si el tiempo alcanza, la rosca de Reyes.
La migración en los municipios del norte de Nayarit, es digna de tomarse en cuenta, porque según las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), hay un descenso notable en el número de pobladores, ya que en el último censo del 2005 había en esta municipalidad de Acaponeta, 34,665 habitantes, contra los 37,349 que había en 1995, es decir 2684 habitantes menos en el lapso de diez años. Si eso nos parece mucho, en Tecuala están aún peor, pues en 1990, o sea hace 19 años, el censo registró 45,793 tecualenses y en el último conteo, sumaron 37,234, hicieron falta 8,559 entre un censo y otro, sin contar lo que no nacieron aquí. Habría que decir, que el último que salga cierre la puerta.
A pesar de ello, durante las fiestas invernales, el número de pobladores en estos queridos lugares crece y se llenan de ruido, de música en las camionetotas con placas exóticas, de pachangas y bailes en salones o patios de las casas, y los cielos se llenan de humo por la infinidad de carnes asadas y mariscadas que se ofrecen a los visitantes.
Es un gusto ver los comercios rechinando de limpio y donde tintinean alegres las cajas registradoras, al llenarse de dólares y en el peor de los casos de devaluados bilimbiques mexicanos.
Pero quizá lo más agradable de ver es a los amigos sonreír al paso de los vecinos, cuando se acomodan en las banquetas a ver pasar la tarde y los amigos. Cuando suenan las botellas en el choque de los cristales que se desean salud. Si bien, estos son pueblo donde las gentes se aconsejan y se van, como dice la canción, también son espacios donde se renace cada año y se vuelve elevar al aire, el glorioso grito de ¡Viva México, canijos! Ya estamos de vuelta.
Cuando nuestros amigos y familiares retornan a casa, aunque sea por unos días, nos ayudan a construir estos pueblos, a veces dejados de la mano de Dios y con su presencia, rememorando las vivencias del pasado, rehabilitan la identidad mexicana, que en ratos parece perdida.
Parafraseando a un conocido pensador diremos finalmente cambiando solo los lugares: “Lo que constituye a Acaponeta o Tecuala, no es hablar la misma lengua, los mismos regionalismos o pertenecer a un mismo grupo social, es haber hecho juntos grandes cosas en el pasado y querer hacerlas aún en el porvenir”. Bienvenidos sean paisanos, acá los esperamos con los brazos abiertos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bonito es regresar a la tierra que nos vio nacer aunque sea por unos días.