29 julio 2009

ACAPONETA, EL EJERCITO CONSTITUCIONALISTA, UN SUECO Y LOS AMIGOS



FOTOS: ARRIBA: ÁLVARO OBREGÓN E IVOR THORD-GRAY. ABAJO LUCIO BLANCO
Recientemente el buen amigo y compañero universitario Dr. Gustavo Chávez Fonseca, tuvo a bien regalarme un libro intitulado "El sueco que se fue con Pancho Villa", del autor Adolfo Arrioja Vizcaíno, el cual es muy interesante y en su interior viene un capítulo que lleva el nombre de "Tambores sobre Acaponeta". Este libro narra las aventuras y vivencias de un mercenario sueco al servicio de los Estados Unidos, que anduvo con el Centauro del Norte y que llegó a Acaponeta procedente de Escuinapa con el ejercito constitucionalista que encabezaban Álvaro Obregón y Lucio Blanco. Hay que decir, que en esta ciudad --estamos hablando de mayo de 1914-- se encontraba acantonado un importante cuerpo del ejército federal, que por cierto estaba major preparado que el improvisado y siempre carente de armas ejército constitucionalista. El sueco, de nombre Ivar Thord-Gray, inspecciona los límites y condiciones del campo de batalla alrededor de la ciudad y decide, dice el libro, sitiar al pueblo para afixiar a los defensores. Así el 4 de mayo de ese año, siguiendo el plan trazado por el General Obregón, las tropas revolucionarias rodean Acaponeta. Cito: "A pesar de la superioridad de los federales en cuanto a organización y equipo, Lucio Blanco ha logrado montar una fuerza considerable de mil cuatrocientos hombres bien armados y de cuatro mil indios yaquis y mayos de arcos, flechas, cuchillos y... tambores".
Finalmente se dieron las primeras escaramuzas, intentando unos romper el sitio y otros a sostenerlo. Sigue la narración diciendo que los tambores que llevaban los indígenas de Sonora, retumbaban fuertemente, no solo por su sonoridad, sino en el ánimo de los federales, pues pronto corrió la voz que decía que los tambores transmiten la voz de los guerreros ancestrales, animando a los jóvenes a avanzar, lenta, pero decididamente sobre el enemigo y con la consigna de quitarles, de la manera más brutal, el cuero cabelludo. Eso atemorizó a los sitiados quienes finalmente se rinden y piden a Lucio Blanco, se les respete la vida y que los yaquis y mayos, no se atrevan a realizar sus negras intenciones. Blanco acepta la rendición, con la condición de que sea de manera inmediata, pero no garantiza la actitud de los indios. Continúa este documento histórico diciendo que triunfante Lucio Blanco arriba a Acaponeta, triunfante, acompañado se su estado mayor y desoyendo los consejos del sueco que le pedía prudencia. Sin embargo llegó el General coahuilense hasta la plaza pública donde lo esperaban fuertemente armados 500 federales que no habían depuesto las armas, pero para su suerte llegó en el momento preciso un fuerte contigente de caballería al mando de un yaqui llamado Tekwe, quien advertido por el tarahumara Pedro, de las previsiones del sueco, salieron en auxilio de Lucio Blanco, lo que provocó que el enemigo entregara las armas y se riendiera la plaza.
Por lo interesante del relato, llevé este capítulo al historiador Néstor Chávez Gradilla, quien con interés lo revisó y con la experiencia del investigador, consultó sus archivos y fuentes y no halló ninguna referencia sobre este mercenario y encontró algunas diferencias con la versión que él tiene sobre este pasaje de la historia de Acaponeta. Por ejemplo, los tambores, no eran más de dos y la entrada de Blanco, Néstor la concibe de otra manera, con gente que no se menciona en el libro de Adolfo Arrioja. Sin embargo, todos estos relatos no dejan de ser apasionantes y como en todo proceso de investigación histórica, la verdad, está por verse y abre la puerta al debate y a la profundización del tema. De cualquier manera agradezco a Gustavo Chávez y Néstor Chávez, estos buenos ratos de conocimiento acaponetense.

1 comentario:

Blanca dijo...

Magnífico que hayas decidido compartir este relato, real o modificado por quien lo escribió, Gracias, Ricardo Morales.