14 enero 2009

EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR


Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
Algunos lectores de PUERTA NORTE, recordarán el cuento aquel de Hans Cristian Andersen intitulado: "El Traje Nuevo del Emperador". Bien, si alguien no lo recuerda, trata de un rey que recibe un día en su palacio a dos pillos que se hacen pasar por sastres y engañan al emperador ofreciéndole una tela supuestamente mágica con la cual puede asegurarse de quién o quiénes de los pobladores de su reino eran tontos o, por el contrario, avispados; ya que la maravillosa tela solo puede ser vista por los más inteligentes. Por supuesto los hampones, llegados de fuera de aquel país, vendían al todopoderoso monarca solo aire, pero él mismo se negaba a reconocer ante los desconocidos que no lograba ver el estupendo paño y quedar como un tonto ante los fraudulentos sastres. Duraron días los malandrines haciendo teatro y dizque confeccionando un magnífico traje de gala para el soberano, y en el inter sacando pingües ganancias de las arcas de palacio. Finalmente la comunicaron al tontoroque que el traje estaba acabado y lo conminaron a medírselo ante el más grande espejo del castillo del emperador; así lo hizo y lo único que se reflejó en el fulgurente cristal fue la imagen de un príncipe en paños menores. Los ladrones aguantaban la risa y luego de ver que habían hecho el negocio de su vida cobraron una fuerte suma por el mágico lienzo y huyeron a toda prisa del lugar. El rey, orgulloso, lució ante la corte sus vergüenzas, pero como nadie de sus colaboradores y ministros quería quedar como el tonto del pueblo, halagaban a su jefe diciéndole que lucía esplendoroso. En su infinita soberbia el reyezuelo salió a recorrer su reino así como andaba, materialmente en cueros y el mismo pueblo, donde ya se había corrido la voz del fantástico traje del emperador, también fingía ver la ricura de la tela. No fue hasta que un niño, inocente él, grito sin empacho: "¡El emperador va desnudo"!, que todos, incluyendo el soberano cayeron en la cuenta de que habían sido víctimas de unos vivales y la población toda se burló de su gobernante.
Está fábula se parece mucho a lo que sucede en Acaponeta, donde el primer edil, Saulo Lora, envuelto en la maravillosa circunstancia de la presidencia municipal, está siendo engañado de dos o tres fuereños que se han autonombrado pomposamente como "asesores", tal como hicieron los sastres. Han vendido al mandatario municipal, sus mágicos servicios de "asesorería y consejería", que, como la tela, solo los "inteligentes" ven; ¿quiénes? los de la corte real: regidores, síndico, directores, parientes y barberos. El alcalde acaponetense se ha "vestido" con esas asesorías y sin darse cuenta ha quedado encuerado ante la sociedad que no le perdona los muchos errores que se vienen acumulando, precisamente porque no hay quien le hable directo y con la verdad al oído. Por hoy todo lo que se mueve en la presidencia --por cierto mal o chueco--, es producto de los arranques de inteligencia y las ocurrencias de los sastres --perdón-- asesores, que por cierto cobran como los del cuento, salarios arriba de los 30 mil pesos mensuales.
Está el Dr. Saulo caminando por las calles de la difícil ruta del gobierno municipal literalmente en cueros. Tuvo que venir un niño, en este caso el extesorero Anuar Abud y gritar como el chiquillo del cuento: "¡El presidente va desnudo!", para que muchos abrieran los ojos a lo que realmente estaba sucediendo en el Camelot de petatiux en que se ha convertido, por la constante frivolidad, la presidencia de Acaponeta.
Necesita Saulo Lora, volver a tomar sus ropajes comunes, los de todos los días y salir a la calle, a la plaza, al mercado, a caminar en la Unidad Deportiva, al malecón, al restaurante donde vamos todos, al puesto de tacos de la esquina, a la fila de los churros Min, a las cenadurías de gorditas, a los lugares donde haya gente --que habiendo votado o no por él-- es la mejor asesora de un gobernante y que además no cobra tanto.
En el cuento de Andersen, no se especifica si después de haber paseado sus cueros por la calle, el rey mandó a buscar a los falsos sastres; pero Lora Aguilar aún está a tiempo de echar marcha atrás y tomar decisiones PERSONALES que lo vuelvan a dejar bien parado con el pueblo. Los "consejeros" que hoy cobran miles de pesos no le dicen lo que la gente murmura en las calles, pues saben que cuando el alcalde deveras lo sepa, el teatrito de la tela mágica se vendrá abajo y saldrán de la nómina municipal. Aún es tiempo de tapar las desnudeces.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Con la mejor de las intenciones realizo el siguiente comentario: Es satisfactorio ver los resultados con respecto al arreglo de las calles en Acaponeta, ya era tiempo!! solo que es urgente que se haga una coordinación adecuada de Obras públicas y Tránsito Municipal, ya que se presenta un verdadero desorden vial sobre todo en la hora pico de entrada a las Escuelas. Lamentablemente los Agentes de Tránsito están presentes sobre todo para levantar infracciones, pero no para evitar accidentes y contratiempos por el continuo cierre de calles.Claro que hay que sufrir para merecer, pero creo que solo falta que se pongan a trabajar en forma coordinada.