En el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe se venera la imagen del llamado Cristo Milagroso, el cual se encuentra situado en una especie de apartada capilla, a mano derecha de la entrada principal del templo. Al pie del Cristo, que se nota maltratado y “desechurado” como me dice una anciana que se persigna repetidas veces ante el crucificado, informa: “El Cristo Milagroso. Título con que nuestros antepasados veneraron a esta antiquísima imagen de Jesús Crucificado. En el año de 1617 fue libertado este Santo Cristo por el soldado Cristóbal de Lerma hecho que se atribuyó a milagro en la heroica defensa de Acaponeta”.
Efectivamente, los historiadores como Néstor Chávez Gradilla han logrado desentrañar los intríngulis de tan singular historia que luego de 392 años ya raya los límites de la leyenda. La historia de esta singular imagen sacra que se halla en Acaponeta, comienza con las revueltas indígenas, principalmente tepehuana que se dieron entre los años de 1616 y 1618.
Francisco Samaniega, relata en su libro “Historia General de Acaponeta” que en 1616 desde las fronteras de Nuevo México, hoy en Estados Unidos y hasta Acaponeta, estallan una serie rebeliones encabezada por un indio tepehuano que se daba a sí mismo el nombre de “Hijo de Dios y del Espíritu Santo”. Convencidos sus paisanos los tepehuanos de que una figura humana se les aparecía incitándolos al alzamiento, asegurando que exterminarían a todos los españoles y de que si alguno moría en la intentona, resucitarían en un lapso no mayor de siete días. El 16 de noviembre de ese año, es decir hace más de tres siglos y medio, inicia la rebelión tepehuana en lo que ahora es el norte de Nayarit y los Estados de Durango y Chihuahua, donde mueren 8 sacerdotes jesuitas, dos franciscanos y un sinnúmero de españoles.
En su agotado libro “Breve Bosquejo Histórico Descriptivo de la Ciudad de Acaponeta” libro segundo, Chávez Gradilla, consigna el episodio que tiene que ver con el rescate del Cristo Milagroso; refiere el Padre Antonio Tello que después de fundado el convento, se volvieron a alzar indios en el año de 1617, siendo guardián de Acaponeta el Padre Fray Francisco de Morga. El historiador y eclesiástico se refiere al asalto a Acaponeta donde incendiaron templo y convento, además a la destrucción de muchos pueblos de Durango, al incendio y ataque de Quiviquinta, hoy en el municipio de Huajicori y en especial habla de un disparo que hizo el soldado Cristóbal de Lerma a una gran distancia con arcabuz –algunos consideran aproximadamente 300 metros-- matando a un indio que hacía mofa de una imagen medio quemada de un Cristo crucificado.
Por otro lado el historiador Luis Pérez Verdía, difiere de la versión del Padre Antonio Tello, que dice que Cristóbal de Lerma abatió de su solo tiro de su arcabuz al indio que maltrataba la santa imagen; explica su interpretación: “De pronto causó gran indignación entre los ocupantes del fuerte, al ver que un indio que arrastraba un crucifijo con una cuerda, saltando y haciendo mofa de él. Al ver aquello el soldado Cristóbal de Lerma no pudo reprimir su enojo, salió del fuerte montado a caballo con lanza y adarga arremetiendo contra ellos con tal coraje, que abrió una brecha entre los alzados matando se severo golpe al profano y rescatando la sagrada imagen. Al ver aquello los restantes soldados del fuerte salieron a galope en seguimiento de su compañero dejando en un momento muertos a veintisiete insurrectos, por lo cual los indios se llenaron de temor por la sorpresa huyendo en desbandada hacia las serranías”.
A partir de aquí nace la leyenda y ya, otro cronista Mota Padilla hace de las dos versiones una sola, donde el héroe sigue siendo de Lerma quien dispara a gran distancia y luego a caballo recupera la imagen y hace huir a los amotinados. Por lo pronto el Cristo Milagroso se conserva precisamente de milagro en la mencionada iglesia situada al lado norte de las vías del ferrocarril.
Efectivamente, los historiadores como Néstor Chávez Gradilla han logrado desentrañar los intríngulis de tan singular historia que luego de 392 años ya raya los límites de la leyenda. La historia de esta singular imagen sacra que se halla en Acaponeta, comienza con las revueltas indígenas, principalmente tepehuana que se dieron entre los años de 1616 y 1618.
Francisco Samaniega, relata en su libro “Historia General de Acaponeta” que en 1616 desde las fronteras de Nuevo México, hoy en Estados Unidos y hasta Acaponeta, estallan una serie rebeliones encabezada por un indio tepehuano que se daba a sí mismo el nombre de “Hijo de Dios y del Espíritu Santo”. Convencidos sus paisanos los tepehuanos de que una figura humana se les aparecía incitándolos al alzamiento, asegurando que exterminarían a todos los españoles y de que si alguno moría en la intentona, resucitarían en un lapso no mayor de siete días. El 16 de noviembre de ese año, es decir hace más de tres siglos y medio, inicia la rebelión tepehuana en lo que ahora es el norte de Nayarit y los Estados de Durango y Chihuahua, donde mueren 8 sacerdotes jesuitas, dos franciscanos y un sinnúmero de españoles.
En su agotado libro “Breve Bosquejo Histórico Descriptivo de la Ciudad de Acaponeta” libro segundo, Chávez Gradilla, consigna el episodio que tiene que ver con el rescate del Cristo Milagroso; refiere el Padre Antonio Tello que después de fundado el convento, se volvieron a alzar indios en el año de 1617, siendo guardián de Acaponeta el Padre Fray Francisco de Morga. El historiador y eclesiástico se refiere al asalto a Acaponeta donde incendiaron templo y convento, además a la destrucción de muchos pueblos de Durango, al incendio y ataque de Quiviquinta, hoy en el municipio de Huajicori y en especial habla de un disparo que hizo el soldado Cristóbal de Lerma a una gran distancia con arcabuz –algunos consideran aproximadamente 300 metros-- matando a un indio que hacía mofa de una imagen medio quemada de un Cristo crucificado.
Por otro lado el historiador Luis Pérez Verdía, difiere de la versión del Padre Antonio Tello, que dice que Cristóbal de Lerma abatió de su solo tiro de su arcabuz al indio que maltrataba la santa imagen; explica su interpretación: “De pronto causó gran indignación entre los ocupantes del fuerte, al ver que un indio que arrastraba un crucifijo con una cuerda, saltando y haciendo mofa de él. Al ver aquello el soldado Cristóbal de Lerma no pudo reprimir su enojo, salió del fuerte montado a caballo con lanza y adarga arremetiendo contra ellos con tal coraje, que abrió una brecha entre los alzados matando se severo golpe al profano y rescatando la sagrada imagen. Al ver aquello los restantes soldados del fuerte salieron a galope en seguimiento de su compañero dejando en un momento muertos a veintisiete insurrectos, por lo cual los indios se llenaron de temor por la sorpresa huyendo en desbandada hacia las serranías”.
A partir de aquí nace la leyenda y ya, otro cronista Mota Padilla hace de las dos versiones una sola, donde el héroe sigue siendo de Lerma quien dispara a gran distancia y luego a caballo recupera la imagen y hace huir a los amotinados. Por lo pronto el Cristo Milagroso se conserva precisamente de milagro en la mencionada iglesia situada al lado norte de las vías del ferrocarril.
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