24 marzo 2009

LAS SIEMPRE ODIOSAS COMPARACIONES: ACAPONETA Y JALA

Los ciudadanos de Jala preocupados por el rescate del gigantesco elote. Miguel González es el segundo de pie de izq. a der.
Construcciones bien conservadas en el centro histórico de Jala.
Cornisas, balcones, enmarcamentos, herrería, arcadas y columnas en su arquitectura típica.
El templo Lateranense visto desde el mercado y monumento al Migrante.
Jala desde las alturas del Ceboruco. Notense los cultivos de agave.
Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

Aprovechando que fui a Tepic a la Feria de la Mexicanidad, aproveché la cercanía para ir a la sureña población de Jala, que mucho me habían recomendado buenos amigos, pues me decían que era una comunidad que había respetado su entorno arquitectónico y que por lo mismo era una bella población, muy típica y digna de ser visitada. Así pues me dirigí hacia ese lugar que luego supe que su toponimia significaba: “el lugar donde abunda la arena”.
Primero me perdí por la falta de señalamientos que me llevaron a Ahuacatlán, ahí “cerquita”, lugar donde me orientaron y me regresaron por donde venía.
Un arco avisa la llegada al lugar y da la bienvenida al visitante. Este pueblo se encuentra al pie del Ceboruco, volcán en activo que también es un atractivo turístico para todo el que quiera subir hasta el cráter de donde emanan fumarolas que nos avisan que este promontorio es un gigante dormido, no muerto, hay un excelente camino de piedra y un paisaje simplemente maravilloso entre enormes cultivos de brillante agave tequilero.
Al revés de lo que me sucedió a la llegada, dentro de la localidad hay muchos señalamientos que nos indican qué rumbo tomar para llegar al centro histórico y la plaza principal. Las calles están empedradas, pero es una superficie totalmente diferente a la piedra bola que acá se estila. Son lajas de un notable color negro, no redondeado, seguramente material volcánico que abunda en la zona, pues todo el pueblo está cubierto en sus calles del canto que no rodado como el de las calles de Acaponeta. Otra gran diferencia entre esas arterias y las nuestras es que no son polvosas, ni terregosas como el que invade nuestras casas, muebles, autos, aparatos electrónicos, narices y pulmones en la Ciudad de las Gardenias. Esa buena señalización nos lleva de frente a un atractivo templo, que preguntando supimos se construyó en el siglo XVII y los pobladores llaman orgullosamente Templo Lateranense de Nuestra Señora de la Asunción, tal como la de Acaponeta; sabemos que el adjetivo lateranense es lo relativo a la basílica de San Juan de Letrán o San Juan de Laterano (la leyenda dice que un caballero romano edificó suntuosos y maravillosos palacios, sin embargo el sátrapa Nerón, lo mandó matar y confiscó los estupendos inmuebles que pasaron de emperador a emperador hasta llegar a Constantino, quien vino finalmente a poner los cimientos del cristianismo y entregó los edificios al Papa Silvestre que a su vez levantó el templo de San Juan de Letrán. La verdad ignoro por qué al templo de Jala, lo consideran lateranense, quizá por su majestuosidad). Acá lo que más me llamó la atención y agradó fue el respeto que ha tenido la población por su comunidad, pues se ha conservado la arquitectura típica del lugar, que no es muy diferente a la que tenemos en Acaponeta. La limpieza salta a los ojos del turista, amén de una serena tranquilidad y un clima envidiable; abundan los callejones que siempre resultan atractivos en cualquier pueblo y que deben esconder infinidad de historias, leyendas y anécdotas que los historiadores y cronistas recogerán con deleite.
El centro de Jala, muy bonito, perfectamente cuidado, lo que me dice que hay ahí una autoridad municipal que ha sabido hacer valer los reglamentos de construcción, de imagen urbana y del bando de policía y buen gobierno, ya que la mayoría de las casas conservan sus enmarcamientos en puertas y ventanales; muchas muestran orgullosas sus cornisas y no se ven monstruos arquitectónicos como abundan en nuestra sufrida Atenas Nayarita; la gama de colores para monumentos y centros históricos que tiene el INAH en sus catálogos, han sido respetados; si bien la teja –siempre llena de inconvenientes ha desaparecido en muchas casas, ha sido bien sustituida y no se aprecia el cambio. Sin embargo, el mayor mérito, desde muy particular punto de vista es la actitud de la ciudadanía de Jala, que ha comprendido perfectamente el valor que tiene conservar el rico patrimonio histórico de su población. Ahora saben que manteniendo un lugar hermoso, se convierte en foco de atracción turística y, lo principal, un lugar digno y decoroso para vivir. Y es que la autoridad puede disponer qué hacer en materia de imagen urbana, pero sin el apoyo y la buena disposición de los pobladores, poco o nada se puede hacer. Jala ha sido rescatada de una modernidad mal entendida, que dice que se tiene que tirar “lo viejo” y colocar “lo nuevo”, convirtiendo los centros históricos de los pueblos en un conglomerado sin formas definidas, ni propuestas que valgan la pena. En claro ejemplo es la esquina de Veracruz y Allende en Acaponeta, donde un “pegoste” al que malamente llaman edificio rompió con el entorno donde había inmuebles bellos y muy ornamentados frente al mercado “Ramón Corona”. Otro pecado que las autoridades han cometido por la manga ancha de sus decisiones fue permitir que la Farmacia Guadalajara haya colocado justo frente a la plaza principal un gigantesco anuncio redondo, prohibido por los reglamentos para centros históricos. Hay muchísimos más casos, pero ahí le paramos mejor para no hacer bilis. Eso, por fortuna, no se ve en Jala.
En este lugar donde dicen que abunda la arena y se produce el elote más grande del mundo, sobresalen las muy coloniales farolas que ornan casas habitación y el alumbrado público; abundan los balcones en las casas con rica herrería, muchos detalles de cantera, columnas por todos lados, como en el mercado, de corte muy sencillo al cual dieron gran vida con un monumento dedicado a los migrantes, que en el pueblo deben ser muchos, que hasta merecieron este homenaje; algunas de estas pilastras, como las que rodean el atrio del templo lateranense, están adornadas con farolas lo que le da un toque singular y bello, ya que en realidad son arcos invertidos. No faltan las cornisas y todo tipo de molduras arquitectónicas en los hermosos inmuebles, que han merecido el respeto de sus habitantes y de las autoridades. Aquí el Instituto Nacional de Antropología e Historia, ha hecho una labor encomiable.
Noté también que el templo tiene una ubicación tal que se ve de todos los puntos del centro de la ciudad y desde donde se mire, el frontis o la parte posterior y las laterales, los conjuntos son dignos de una fotografía.
Pero decía líneas arriba que si Jala se ha mantenido así es por el esfuerzo conjunto de sus pobladores, un ejemplo de ello es la Casa de la Cultura del lugar, donde a la entrada del remodelado edificio hay una placa que dice: “Este inmueble ha sido rehabilitado, remodelado y equipado por el Gobierno del Estado de Nayarit, el XXXIV Ayuntamiento Constitucional de Jala, y por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados (PAICE), un programa de vinculación cultural para del pueblo de Jala, Nayarit y sus visitantes. Casa de la Cultura. Jala, Nayarit a 31 de agosto de 2007”. Ese simple letrero me dice mucho: primero la gran disposición que hay por reparar lo tradicional, los espacios que, no importando su condición estructural o deterioro, tienen una potencial posibilidad de ser útiles, en este caso, que mejor que transformarse en un espacio destinado a la actividad cultural. Segundo, la clara comprensión de que solo trabajando unidos, pueblo y gobierno, es como se logran las cosas; la grilla y sus corifeos que solo tienen como objetivo llevar agua a su molino, no sirven para la construcción de los pueblos. Tres, el conocimiento de las cosas, seguramente alguien se enteró de la existencia del Programa PAICE y lo propuso a la autoridad y a los interesados. Cuarto punto, el trabajo; para que las cosas caminen hay que darle duro a la chamba, a Dios rogando y con el mazo dando dice el refrán, si existía ese programa que da recursos a espacios que se pueden dedicar a la cultura, los habitantes de Jala se propusieron diseñar el proyecto y, seguramente hubo algunas dificultades pero las superaron con éxito, cuando las metas son importantes, los obstáculos se vuelven pequeños. Ahora tienen con orgullo una Casa de la Cultura hermosa y llena de vida, pedazos de historia, espacios para la creación y la intención de que el lugar genere más beneficios para la comunidad. De hecho, tuve la enorme fortuna y satisfacción de saludar ahí al Maestro, poeta y promotor cultural Miguel González Lomelí, quien con un grupo de ciudadanos, estudiaba la mejor manera de rescatar el elote gigantesco que ha dado fama a Jala, pues me dicen que hay incluso ejemplares que miden –increíblemente—hasta medio metro de largo, por todo ello, la gentil gente de Jala organiza año con año la muy famosa Feria del Elote, digna de ser visitada en el mes de agosto. Miguel González, nos explica que el elote de Jala, enorme y singular, se ha ido perdiendo entre los muchos cambios genéticos que ha sufrido la gramínea con la tecnología moderna y la llegada del maíz transgénico, lo que ha provocado una disminución en el tamaño de los superelotes de esta población del sur de Nayarit. Miguel nos presentó con las personas preocupadas por recuperar ese patrimonio natural y por momentos nos sentimos en una gran reunión de grandes patriarcas y sabios de la localidad, pues muchos de ellos son ancianos con el corazón más joven del mundo. Comprometimos al bardo de Jala a que nos escriba y envíe un artículo sobre el singular elote y las acciones que realizan para su rescate.
En fin que la visita a Jala fue muy satisfactoria y me dejó un gran ejemplo sobre cómo hacer los pueblos atractivos o mágicos como ahora les llaman; pero al mismo tiempo la congoja de no tener en Acaponeta un lugar así de digno y bello. Tomemos e imitemos la actitud de la gente de Jala que hoy por hoy tienen uno de los lugares más atractivos de la costa del Pacífico. Enhorabuena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

amo a jala!! yo voy cada vacaciones"
usted tambien deberia de ir en semana santa, hacen una representacion que dura una semana de la vida y muerte de jesucristo"
lo crucifican, es un gran espectaculo digno de admirar!