07 octubre 2009

DE CHILE, DE DULCE Y DE MANTECA


Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo


Formando parte, aunque sea de refilón, de la Riviera Nayarit, Acaponeta a estas alturas no tiene cómo hacer frente a lo que se viene, es decir, a un espectacular despegue económico con la llegada de grandes inversiones turísticas a la región norteña de Nayarit y del sur de Sinaloa, teniendo como eje central, la zona de Teacapán.
Ya no digamos que no existen políticas municipales orientadas a ese hecho que se encuentra a la vuelta de la esquina, no tiene el Ayuntamiento acaponetense ni siquiera una Dirección de Turismo que se encargue precisamente de diseñar las estrategias a seguir en materia turística y el aprovechamiento de esa oportunidad única.
Si bien es cierto que este municipio no cuenta con un destino de playa, no por ello deja de tener lugares de interés o posibilidades de ofrecer al viajero o turista que se acerque a nuestro espacio. Tenemos una rica, bella y exuberante marisma, como la hermosa zona de Chametla o el Valle de la Urraca; se cuenta con una preciosa y relajante zona serrana, llena de paisajes envidiables y la riqueza de la cultura indígena con coras, tepehuanos y mexicaneros, deseosos de ofrecer artesanías, mostrar sus formas de vida a quien la quiera conocer o su medicina y curaciones tradicionales.
La zona de la llanura costera también es rica en sitios arqueológicos que no han sabido ser aprovechados y que si se unieran a una ruta turística con el vecino Huajicori, también con interesantes lugares en la zona serrana, como la Pila de los Monos y las comunidades de la serranía, se podría crear un imán que atraería a gente de diferentes puntos del país, deseosa de hacer turismo diferente al de playa, hoteles de cinco estrellas y discoteques.
Acaponeta es la Atenas de Nayarit, y tiene cierto prestigio cultural que los últimos gobiernos municipales no han sabido aprovechar, dejando ir la oportunidad de conformar un espacio donde reine la actividad artística y florezca la intelectualidad, también atractiva para un sector de la sociedad que eventualmente hace turismo. No hay, por ejemplo, un museo comunitario que ofrezca al visitante la posibilidad de conocer la atractiva historia de la región, donde se han encontrado asentamientos con más de dos mil años de antigüedad.
Acaponeta, y lo mismo ha sucedido en otras comunidades o municipios de la región norte y del sur sinaloense, se han dejado sorprender por el avance del progreso y lo que llega aparejado con la globalización y los nuevos modelos económicos mundiales. En el pasado se dio apertura a la competencia en el transporte de carga, y los propietarios de camiones y choferes no estaban preparados para esa eventualidad y simplemente quebraron o vegetan en un medio que apenas comienzan a entender, con muy pocas posibilidades de recuperación. Lo mismo sucedió con los comerciantes, indefensos ante la apabullante llegada de grandes franquicias como Aurrerá, Elektra, Coppel, Farmacias Guadalajara, etc. y, luego de varios años, no hay estrategias para competir con los poderosos consorcios y ni siquiera existe una cámara de comercio, donde ir a llorar sus cuitas.
Se viene la avalancha turística y al parecer volverán a pillar a los acaponetenses con los dedos detrás de la puerta. Esta es la primera llamada........... Somos muy dados a tirarle la bolita a otro, cuando un problema se presenta y de alguna manera tenemos responsabilidad. Ante la avalancha de casos de dengue clásico y hemorrágico que, como plaga bíblica nos azota, lo más fácil como ciudadanos ha sido echarle la culpa a la autoridad, no importa cual, a la municipal y a la estatal las cuestionamos porque no han fumigado o porque tienen en arroyo de la Viejita, aquí en Acaponeta produciendo zancudos al por mayor. A las autoridades sanitarias también, porque no se han dado abasto en la atención de los enfermos o los potenciales casos de dengue e influenza, lo que viene a corroborar el viejo adagio que dice que los males nunca llegan solos. Culpamos a todo lo que nos parezca que tiene un poco o un mucho de poder y es que a veces, tenemos razón. Sin embargo, es menester también echar una ojeada a nuestra actitud. Una de las cosas más que comprobadas en el problema y la epidemia de estas enfermedades tropicales, es que si se tiene un patio limpio y totalmente despejado de cacharros y contenedores que pudieran almacenar agua, la reducción de los casos y las incidencias se subyugarían significativamente, pero a pesar de las campañas, los avisos y los sustos de un familiar enfermo, volteamos a ver los patios, corrales, cocheras, baldíos y zotehuelas y comprendemos por qué el problema es tan grave. Montones de cacharros, fierros viejos, cubetas, llantas, macetas, latas o botes de lámina o plástica donde proliferan los maromeros que habrán de convertirse en el peligroso zancudo Aedes aegypti. Nos consta que se han hecho campañas de descacharrización y algunos lo toman a la ligera y en ciertos casos hasta entorpecen la labor de los monitores de los centros de salud y voluntarios. En vez de tirar el asqueroso tinaco que contiene agua estancada, se sacan los viejos colchones o los muebles que ya vieron pasar sus mejores días.
Las brigadas de la Secretaría de Salud que van casa por casa abatizando en pilas, contenedores de agua y macetas, son recibidos con desconfianza y en ratos hasta con malas caras.
Sí, es muy probable que no se haya fumigado eficientemente; estoy de acuerdo, el arroyo de la Viejita o cualquier otro que pase por la comunidad de quien nos escucha, genera grave y añeja problemática. No se puede ocultar que los centros de salud ante la avalancha de casos se vean impotentes y hasta insuficientes. Sabemos que la excusa es la de siempre: “no hay recursos”, aunque luego vemos que estos se dilapidan por cualquier cosa inútil. Sí, sin duda eso sucede, pero hay que reconocer que en los casos de dengue y ahora con el rebrote de influenza, tenemos como ciudadanos una responsabilidad que cumplir y no lo estamos haciendo, desgraciadamente en el pecado llevamos la penitencia, pues son decenas de personas, amigos, familiares y conocidos que han contraído el virus y todo por tener un patio nada digno de presumir. Desgraciadamente lo mismo pasa con los sacan la basura en la noche, bloquean las banquetas con toda clase de objetos y estorbos, estacionan en lugares indebidos, se roban la papelería en las oficinas de gobierno o privadas, los que dejan las llaves de agua abiertas toda la noche, o los que barren las banquetas con manguera y un sinfín de acciones más que nos dejan mal parados como ciudadanos.
Sí, el zancudo Aedes aegypti es peligroso, pero más graves aún es nuestra actitud. Reflexionemos.............. En Acaponeta están en marcha los trabajos para la realización del XVIII Festival Cultural de Nayarit en Acaponeta, organización que está a cargo de la Dirección de Fomento Cultural, conjuntamente con el Consejo Ciudadano para el Desarrollo de la Cultura en el municipio, integrado por promotores culturales.
El programa que están armando y las gestiones que están realizando para traer música, teatro, la palabra, exposiciones, sentimientos e identidad, es muy atractivo y entre otras muchas cosas, se espera la presencia de un nayarita muy reconocido fuera de los límites estatales, justamente el día de ayer estaba en la blanca Mérida, recibiendo merecido homenaje, se trata del tepicense Melquiades Sánchez Orozco, nombre que así de entrada no nos dice nada, pero este paisano tiene 43 años de ser la Voz oficial del Estadio Azteca, labor que comenzó en 1966, apenas unas semanas después de la inauguración del Coloso de Santa Úrsula.
Ya lo dice el viejo adagio: “Nadie es profeta en su tierra” y con Melquiades se cumple, pues son pocos los nayaritas que lo conocen a pesar de haber recibido una medalla luego de haber cumplido 50 años en la televisión mexicana, concretamente Televisa. De hecho salvo un homenaje que le hicieron en el municipio de Xalisco el año pasado, no sabemos de algún otro reconocimiento en la tierra de Nervo.
Melquiades Sánchez Orozco viene a colación, porque escribió un libro maravilloso, que todo habitante de la capital cora debiera conocer, se trata de “Tepic, ciudad de Recuerdos”, donde el locutor de la XEW y conocida voz en el canal 5, donde se promulga al servicio de la comunidad, recuerda su niñez y parte de su juventud en un Tepic, que ya desapareció pero que quedó muy vivo y colorido en su prodigiosa mente de ya 82 años de edad y que nos muestra en un estilo muy campechano, costumbrista y coloquial, además de convertirse en un documento propio de los historiadores tepicenses, ya que, como magnífico pintor que también es, nos diseña un paisaje con palabras, donde aún reverdece de vida un maravilloso río Mololoa que era guarida natural, dice él, de bagres, mojarras, cauques y ranas saltarinas; habla de cines como el Amado Nervo, El Lírico o El Alcázar, donde fulguraban artistas como Tom Mix o el Llanero Solitario o bien, las cintas inolvidables de Juan Orol. Recuerda Melquiades los mercados Juan Escutia, el del Volantín y el mercado de la Flauta y en las páginas de este sensacional manuscrito aparecen los nombres de reconocidos comercios y comerciantes, como los almacenes Río Lerma del Chato Naya, la del polaco Hermann Goldman; “La Vencedora” de Doña Victoria Bernal de Gasca; “La Japonesa” y “La Mexicana” por la calle Lerma; la tienda para los elegantes de Librado Pantoja; el abarrote “El Ancla” de Don Pablo Miramontes o la ”Quemada” de José Flores y decenas de sitios y personajes del pasado que saltan de la memoria de Don Melquiades a las páginas de su obra. Digno de leerse este libro de un nayarita poco conocido en el lugar donde enterró el ombligo y que ahora, gracias a las gestiones del Consejo Municipal de Cultura de Acaponeta, el Cecan y la buena voluntad de los Nayaritas Radicados en la Región de Anáhuac, puede ser homenajeado en su tierra el próximo mes de noviembre. Buena falta hacen en nuestros pueblos artistas como Don Melquiades, que con su obra, vengan a paliar un poco la crisis económica y de valores en que vivimos. Bienvenido sea........ Como siempre la recomendación, cuídese allá afuera amable lector. Ya no es como antes.

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