28 enero 2010

ANTE EL MUNDO SOLO HAY DOS ACTITUDES: MIEDO O AMOR


NUESTRA JOVEN AMIGA, ROCÍO LÓPEZ MEDINA, NOS ENVÍA EL SIGUIENTE MENSAJE:

Estimados amigos:

El periódico de hoy, “La Vanguardia”, contenía en su contraportada una entrevista que me gustó mucho y deseo compartirla, esperando les agrade y les sirva tanto como a mí.
Con cariño:
Rocío


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Por: Víctor-M. Amela
A: Elsa Punset, Pedagoga de las emociones

¿Vivió en Haití?
Siendo niña sí. Por eso sé que en Europa vivimos de espaldas a los riesgos que allí amenazan las vidas: allí viven intensamente, aquí vivimos anestesiados.

Pues bendita anestesia.

Pero pagamos un precio: aquí la vida no late. Y, aburridos, llegamos a deprimirnos. Y nos afanamos en distraernos.

¿Y qué propone?

Adiestrémonos en gestión emocional. La ciencia demuestra que todo –hasta un pensamiento- arranca de una emoción: ¡somos animales más emocionales que racionales!

Pobre Descartes, qué viejo se queda…

Sí, pero ¡en las escuelas todavía no enseñamos a nuestros niños a gestionar sus emociones! ¡qué atraso!: hacerlo reportaría fabulosas bendiciones para ellos y para la humanidad

¿Se puede enseñar a sentir?

Nos enseñan a desconfiar, recelar, sospechar, despreciar, odiar…¡que nos enseñen a amar! Nos enseñan que el mundo es peligroso, pudiendo enseñarnos que es fabuloso.

¿Lo es?

Hay sólo dos modos de relacionarse con el mundo: desde el miedo o desde el amor. Sentir curiosidad por el mundo es amarlo, es lo mismo. ¡Es lo que sienten los niños pequeños! Esa inocencia radical, ese amor, curiosidad…es lo que luego nos enseñan a perder.

¿Por qué hacemos eso?

La educación aún premia las emociones defensivas ante el mundo, en lugar de premiar las emociones amorosas ante el mundo.

Será por algo ¿no?

Porque seguimos anclados en lo que hace 100.000 años resultó útil para sobrevivir en entornos cuajados de peligros: herramientas –miedo, angustia, tristeza, ira…-que hoy quedan anticuadas y son ya un lastre.

¿Recibió usted de sus padres la educación correcta?

Me dieron las dos cosas que hoy se sabe son los dos puntales de la felicidad

¡Dígamelas por favor!

Una: afecto. Dos: sentido de control sobre tu vida.

Explíqueme esto:

Recibir afecto en la infancia infunde confianza y seguridad ante el mundo. Estudios sobre resiliencia –capacidad para remontar tremendos reveses- demuestran que niños tratados horriblemente que se agarraron a una mirada amorosa…pudieron remontar.

Puntual uno: amor. Puntual dos…

Soberanía sobre tu vida. Mis padres jamás hablaron de “la suerte”, sólo de cómo actuar: eso te enseña a ser el piloto de tu vida.

¿Qué emociones premia usted al educar a sus hijas?

Las ayudo a identificar cada una de sus emociones: así entienden qué está pasándoles.

¿Hay emociones positivas o negativas?

No. Hay emociones útiles o inútiles. Si un día están tristes, las entreno a no temer a la tristeza y a saber qué está mostrándoles.

¿Y qué muestra la tristeza?

El temor por una perdida: por una ausencia, una carencia, porque algo termina…si comprendes eso, ¡lo llevas mejor! Si no esa tristeza puede agobiarte, angustiarte…y hasta llevarte a medicarte sin necesidad!

Eso se hace mucho por aquí.

Porque no escuchamos bastante las voces de nuestras emociones. Habitúate a escucharlas y entenderás tus pasiones. Y una vida con pasión y sentido es más feliz.

¿Cómo puedo descubrir mi sentido?

Al levantarte, cuestiónate: ¿qué me hace hoy levantarme? El psicólogo Viktor Frankl lo planteó más crudamente: ¿Qué impide que hoy me suicide? Lo que se esconde tras la respuesta es tu sentido.

¿Y luego?

Aliméntalo. De lo contrario podrías matarlo de hambre. Hazte regalos emocionales. Quizá sea apuntarte a una clase de baile…¡Siembra tu vida de pequeños cambios!

¿Eso me hará más feliz?

Conozco un estudio hecho sobre 5.000 personas: un 10% declararon ser felices. Pues bien, se observó que esas personas habían seguido un patrón común…

¿Cuál? Cuente.

Se habían marcado una meta. La habían puesto por escrito (o se la habían contado a conocidos), en una especie de compromiso público. Habían establecido metas volantes, etapas menores en el camino hacia su gran objetivo. Y cada vez que alcanzaban una meta volante se gratificaban con algo.

Tomo nota.

Un amigo mío indio me dijo: “A vosotros los entierran a los 80 años, pero os morís a los 20”. Me hizo pensar…hoy sabemos que nuestro cerebro es muy plástico: ¡podemos reinventarnos cada día durante 80 años! No lo hacemos ¡Atrevámonos pues es posible!

Excitante: reinventarte cada día.

Abrámonos a la realidad…, que incluye el misterio. Darle la espalda a lo inconsciente y misterioso nos priva de un 80% de la realidad, ¡la convierte en plana y aburrida!

¿Cómo aconseja mirar la realidad?

La ciencia nos habla de lo que sabe, pero no puede hablarnos de lo que no sabe. No prescindas de todo eso. ¡Permítete inventar preguntas y soñar respuestas! Es esa capacidad de inventar y soñar (y no sólo la de analizar) la que nos hace plenamente humanos.

Gracias maestra.

¡Los maestros son los niños! Ellos nacen libres, con esa inocencia radical abierta al misterio, a la confianza en la vida y al amor al mundo. Si la conservásemos… ¡seríamos siempre creativos y felices!

1 comentario:

Blanca dijo...

FELICIDADES A QUIENES HICIERONPOSIBLE LA PUBLICACIÓN AQUÍ, DE ESTA ENTREVISTA.
LA APLAUDO A RABIAR, NO TIENE DESPERDICIO,VUELVANLA A LEER, OJALÁ LA ACEPTEN COMO MODO DE VER Y VIVIR LA VIDA.
GRACIAS